Bedri
Rahmi Eyüboglu
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Marcel Proust
Superioridad
del arte sobre la vida...
La
decepción que causan al principio las obras maestras puede atribuirse, efectivamente, a un debilitamiento de la impresión inicial, o al
esfuerzo requerido para dilucidar la verdad. Dos hipótesis que se plantean en todas
las cuestiones importantes, las cuestiones de la realidad del Arte, de la
Realidad misma, o de la Eternidad del alma, entre las que debe elegirse; en la
música de Vinteuil, esta elección se planteaba a cada momento bajo distintas
formas. Por ejemplo, su música me parecía algo más auténtico que todos los
libros conocidos. A veces pensaba que se debía al hecho de que, como lo que
sentimos en la vida no es en forma de ideas, su traducción literaria, es
decir intelectual, da cuenta de ello, lo explica, lo analiza, pero no lo
recompone como la música, donde los sonidos parecen adoptar la inflexión del
ser y reproducir esa punta interior y extrema de las sensaciones que nos da una
embriaguez específica.
La prisionera
Esencia como alma cautiva...
Encuentro muy razonable la creencia céltica de que las almas de los
seres perdidos están cautivas en algún otro ser inferior, en un animal, un
vegetal o una cosa inanimada, perdidas para nosotros hasta el día, que
para muchos nunca llega, en que pasamos junto al árbol o nos apoderamos del
objeto que lo aprisiona. Entonces se estremecen, nos llaman, y en cuanto las
reconocemos, se rompe el maleficio. Liberadas, vencen a la muerte y vuelven a
vivir con nosotros. Así ocurre con nuestro pasado. Es trabajo perdido tratar de
evocarlo, e inútiles todos los esfuerzos de nuestra inteligencia. Se oculta
fuera de su dominio y de su alcance, en un objeto material (en la sensación que
nos daría ese objeto material) que no sospechamos. Del azar depende que topemos
con ese objeto antes de morir o que nunca demos con él.
Por el camino de Swann
Sólo hay intersubjetividad artística...
Unas alas, otro sistema respiratorio, que nos permitieran cruzar la
inmensidad, no nos servirían de nada. Pues si fuéramos a Marte o a Venus
conservando los mismos sentidos, revestirían con el mismo aspecto de la Tierra
todo cuanto pudiéramos ver. El único viaje verdadero, el único baño de
juventud, no sería ir hacia nuevos paisajes, sino tener otros ojos, ver el
universo con los ojos de otro, de cien otros, ver los cien universos que cada uno
de ellos ve, que cada uno de ellos es. [...] Y así como ciertos seres son los
últimos testigos de una forma de vida que la naturaleza abandonó, me preguntaba
si la música no era el único ejemplo de lo que podría haber sido-de no haberse
inventado el lenguaje, la composición de las palabras, el análisis de las
ideas-la comunicación de las almas. Es como una posibilidad sin continuidad; la
humanidad ha tomado otros caminos, el del lenguaje hablado y escrito.
La prisionera
Marcel
Proust
*
**
***
“Podredumbre”
Todo se pudre, hermano mío, en este mundo,
hasta los recuerdos.
Esos mismos recuerdos escondidos
En el lugar más fuerte del cráneo.
Esos recuerdos más ligeros que las plumas,
Más
puros que el azul del cielo,
Están lejos ya de la carne y de los huesos.
Viven en una época totalmente distinta,
Vienen sin que se les llame,
Se van sin que se les despida
Llegan días en que se desarrollan
Como un aro de luz,
Y
otros
En los que se lamentan como el sonido de la sangre
Que corre gota a gota.
Todo se pudre y se va, hermano mío en este mundo
Una cosa tras otra,
Una cosa dentro de otra.
A veces cercano, a veces lejano,
Un sabor persiste en los labios,
Una voz en los oídos.
Tú te pudres, hermano mío, debajo de la tierra,
Y yo, sobre ella.
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