Esta
historia es sobre la ineptitud final dentro de la vida. Hagamos una lectura de
ella como cartografiado un puente. Todo sobre una estructura. Las diabluras que
suceden antes y después de cruzarlo son la ineptitud final. Sectores
perjudicados.
Miré aquella foto, y me puse a
escribir para mí mismo igual que hacía quince años atrás. Minutos después de
hacerla ocurrió que mi vida cambió y se transformó en una huida al silencio. Cierto
que el momento en el que mi vida cambió no faltó el chirriante bufido enfermo
de animal en estocada. Pero después no he hecho más que escribir y reflexionar huyendo
de aquel día irrevocable. Comúnmente solemos decir que revivimos múltiples
actos y cambian los escenarios y los personajes. Que la historia se repite.
Pero no puedo decir lo mismo. Nunca hasta ese día experimentara la inconsciente
necedad que todos llevamos dentro, aquella vez me aturdiera con un lenguaje confieso
inconsciente y sensual. La casualidad de ponerse en el lugar del otro. Estafé
los buenos sentimientos en pro de un juego que hizo naufragar un navío cuyo
destino era girar y surcar en exquisita harmonía alrededor del mundo en
compañía del mejor grumete que conocí. Tal vez fue fruto de mi imaginación, tal
vez suplanté la carencia de lances inquietantes que este mundano planeta nos
ofrece con una pasión desenfrenada cuyo dictamen psiquiátrico sería… ceguera emotiva. Ahora estoy seguro. Me
equivoqué pero mi intención era arrancarle la venda al mundo y hacer justicia
con aquella relación que parecía insostenible. Hasta aquel día en el que le
dije que quise ser otro y seducirla. Abracé mi pena y mi alma se convirtió en
el blues de la locura. Semanas sin poder dormir tres horas seguidas. Medicación
y alcohol. Versos idiotas de los que me avergüenzo. Todavía conservo algunos
que leo avergonzado por no quemar, palabras, sólo palabras. A la mierda. El
descalabro nervioso que sucedió a aquella ruptura, en el que sentí la sangre
helarse en mis venas.
Mario
miró aturdido aquella fotografía…y se puso a escribir para sí mismo como hacía
veinte años atrás. Su corazón durante ese tiempo fue el de un elefante
durmiente. Caminaba lentamente con sus largos colmillos buscando el
reconocimiento en compañía de aduladores pedantes y distinguidos moralistas.
Explican la obra del autor, editada, manufacturada y concluida en diversas
ediciones. Su mujer, una maleta y los tratados calmantes. Pero esa fotografía…
dijo atención, mencionas todo lo improbable domesticando tu angustia, no
supiste como apartarla. No supo apartar la atención de aquello que no le
gustaba, así de sencillo, hyde the pipe, en cambio absorbió duramente y las
amantes y adagios no eran necesarios. Caminó la orilla tocando el reflejo y
mirando el cielo para volver a casa, encender su barra de incienso y hacer
musarañas. Estimadamente un áspid curioso. El personaje que mejor sabía
interpretar. Un punto y aparte no es un después.
Desde aquel suceso me volví más
iluso. Dando rienda suelta a las ilusiones y volviéndome más tarado, está claro,
de tánto pensar y desautorizar las impresiones como tal, desmembré el talento
de vivir, y bueno, ahora es un esqueleto de un racimo de uvas. Recuerdo cuando
cantaba sólo para ella aquellas canciones tan alegres. Mi voz que solía
acompañarse de una guitarra.
Oye, me acabo de dar cuenta, ahora al blog se llama CC Rider ¿no?....En literatura me gustan las historias de hombres que naufragan en alcohol y drogas, por mor de una mujer. Pero en la vida real...........
ResponderEliminarLa historia del fragmento… es real, pasó hace dieciséis meses. Después de haber tomado esa foto, la historia de dos personas cambiaría para siempre. Pero el tiempo que pasamos en la tierra, es tan breve, que no podemos hacer otra cosa que ocuparnos de nosotros mismos y en la realidad, ya hice para que la historia no me volviera más tarado, ni ajara mi talento de vivir.
ResponderEliminarBico.
El nombre lo he cambiado sí, larga historia. Es un blues que algún día explicaré.
ResponderEliminar…según San Mateo, en el momento de la muerte de Cristo en la cruz, “…el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló…” y sus elementos constitutivos se alejaron a la deriva. Así sucede con una mente que se resquebraja tras una ruptura o tras la consciencia de la necedad colectiva, de lo innecesario de nuestra existencia (es por esto que nos contamos nuestras Historias de forma épica, para expiar nuestra pequeñez y futilidad) Los distintos aspectos de la psiquis humana y las pruebas físicas diarias no son sino meros exámenes de los esfuerzos espirituales que hacemos para burlar los primeros y superar las segundas…..
ResponderEliminar…los barcos que navegan en las proximidades del epicentro de un terremoto suelen experimentar poco más que una brusca sacudida, debido a que las ondas de choque más potentes discurren muy por debajo de la superficie marina…es por ello que una mera fotografía, un instante casual, puede ser el epicentro del terremoto, ese que poco se deja notar, pero las ondas más potentes van aflorando poco a poco, con una fuerza tal que nos arrojan al mar del blues de la locura……………..nos alegramos de corazón en este tren que abandonara el personaje tal estado y haya decidido dedicarse a la ilusión. Eso sí, deje que vuelva a brotar el fruto en su racimo, y coja de nuevo la guitarra si algún día quiere acompañar a Muchacho cuando le toca a Revisora una tonada….ella se lo agradecerá…………no lo dude jamás…aunque jamás lo escriba…………
Este comentario tendrá que ser revisado infinitas veces, por estar repleto de vetas que entran en la carcasa de mi barco.
ResponderEliminarMi liberación a esos estados, a aquel estado ha sido mediante la delicadeza. Sabemos que somos innecesarios para la humanidad, pero para el ser somos necesarios, jamás constriñir al objeto amado. Hacerlo hablar, igual que se deben escuchar las fuentes y escuchar a las fotografías.
Por suerte ahora mi vida está pareja a un ser que entiende de estas dicotomías.