24 de agosto de 2016

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Rafa Villar
(Cee-A Coruña) 1968




Autopoética

La poesía en siete leguas

Primera legua: Poesía después de Auschwitz

Escribir poesía después de Auschwitz (Theodor Adorno) es seguir palpando los auschwitzs que vomita la Historia. Esa poesía de la palpación es tan necesaria como desnecesarias son la tortura, la guerra y el hambre con que el balbucear del siglo XXI (capitalismo y barbarie) continúa obsequiándonos.

Segunda legua

El movimiento pendular del poema. Su ritmo cíclico entre lo que expresa y lo que esconde.
El lector deberá ser fiel a esa ley para cautivarlo y para dejarse cautivar.
Solamente el poeta puede quebrantar el movimiento y suspender, por un instante, el ciclo. Solamente él se puede agazapar tras la sombra de su lenguaje. Solamente él restañara las heridas producidas.

Tercera legua: Poesía y propaganda

No conviene confundir la poesía con la propaganda.
Ésta invade nuestra vida sin el permiso de nadie. el capitalismo, con sus gobiernos, sus bancos y sus ejércitos, busca, a través de la propaganda, la alienación.
La poesía, justamente al contrario, busca la emancipación.

Cuarta legua: Poesía como oración

La poesía es la oración de los débiles. Mi oración, seguro.
Es también la única oración pronunciada por los que sabemos que Dios sabe que ya no tiene razón de existir-

Quinta legua

La poesía se morirá, sin posibilidades de resurrección, el día en que empiece a ser usada como narcótico.
Ese día, en vez de poemas, escribiremos culpas.

Sexta legua: Poesía y revolución

Transformar la realidad con la poesía es, lo queramos o no,
quimérico.
La única manera de lograr realmente la transformación de ese estado de cosas que llamamos realidad es la acción revolucionaria.
Desde la sunción de ésta es desde donde la poesía sí puede (y debe) comenzar a actuar, aunque sólo sea en labores de retaguardia.

Séptima legua: Ser poeta

Poeta es siempre adjetivo (gracias, John Berger) y no estamos hablando de una cuestión simplemente gramatical.

(La poesía: impresiones digitales, 1996)

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20 de agosto de 2016






Siempre demoré el inicio de la escritura tras una larga insignificación de estilo y metas difusas. Demorada la puesta en fuga tras la auscultación de inciertos engendros aprehensivos, salas de espejos irregulares y rendijas de futuro encallando ahí. La escritura entonces entronca con la voz, y lo crucial, ese mundo fatalmente superior, des-estigmatizado pero desbordado de mitificación, que perpetúa el monótono nacimiento (como) nación, pasa inadvertido, blandamente.

Vivo en un extremo de Europa, aun así, espiral. La universalización, mal colonialista de la historia antropocéntrica occidental. En entreguerras se occidentalizó Turquía. Pocos años para la “reconstrucción” de un país. La radicalización del islam operada durante la historia es una de las cruzadas del capitalismo hasta convertir toda frontera en precaria y gobernada por la ciencia militar. Mantener el terror. Explotar al otro.

Benditos sean los aullidos del desierto que ensordezcan a estos ciegos que a bastonazos convierten este siglo en vil paranoia. Totalitaria distopía.

Hace dieciséis años del fin de siglo del rodillo. El fascismo puro de la ignorancia, las manos tecnificadas, el fácil manejo de la “información”. Infestación inmediata del control y represión a toda desobediencia, represión a la libertad de las personas, represión a la emancipación. Sin embargo la grandeza de las manos, reside en su paciencia decía Canetti. Kafka, describió la totalidad e infinito del siglo pasado. La urdimbre de lo oscuro. No se detiene en el pasadizo-latido de lo extraño por demasiado tiempo. Rastreó la barbarie de la incomunicación microscópicamente, es decir; al detalle. Debo retomar su libro de diarios. El verano ardido acaba (A.C.A.B.) y me veo ya deseoso de rodearme de hojas que me den conversación. Créanlo o no, el ojo humano realmente está mejor “disposicionado”, para leer sobre papel y tinta.

Explotar al otro, apropiarse del otro es el siglo diecinueve, aun caminar significaba para el europeo colonizar, más precoz fue el estado yanqui. Sacar del llano al indio. Del que no se salía sino muerto, danzante, acrobáticamente, cuasi-olímpico. Ahora, en Río, juegos dentro de un campo de concentración. Ahora, na Galiza, fuegos concatenados militarmente, para cubrir el terrorismo político contra nuestra tierra.

Las embrutecidas masas por la explotación de sus posibilidades, compiten consigo mismas dando círculos, buscando la zanahoria, de la ¿plusvalía? Yo no sabría decir si se trata de un laberinto o una espiral. Más bien se tratan de trayectos bajo el control del mismo. La información, la búsqueda, cirbernetizada se reduce a eso mismo. La esquizofrenia del Otro del pasado siglo, pasa a ser …o a tener, su complicidad; el huérfano de la Revolución. Como escribiera R.Magritte a M.Foucault en una carta: “…lo que es propio al pensamiento es la semejanza. Es semejante en tanto que ve, entiende o conoce, se convierte en lo que el mundo le ofrece”. Que el hombre adore su servidumbre ya lo anunciaba A.Huxley en sus “Proyectos Manhattan” y también decía: “…nuestros sistemas económicos, sociales e internacionales de la actualidad se basan, en gran medida, en el desamor organizado”. Aunque tal vez no tan desorganizado, y este caminar en círculos que tanto nos caracteriza… tal vez impregnado del judeo-cristianismo afán de construir un pueblo, propio, caminando hasta llegar al “campo de fiesta”.

Al suplir conciencia por articulación, funcionalidad, el progreso de los métodos productivos banaliza cualquier atisbo de librepensamiento, la psicosis de masas suple el sentido común hasta hacer ley de lo que H.Arendt descubrió como banalidad del mal. Cualquier institución actual ha sido creada bajo este ya elemental precepto. Por institución claro está no solo se presenta el ejército, la justicia… sino también internet, la democracia, el mercado… la verdad. El egoísmo de la verdad. Voy a citar al no tan complejo E.Levinas: “Solo lo absolutamente extraño nos puede instruir”. Pero, ¿por qué debemos ser instruidos?¿por qué no vamos a ese lugar de donde viene el Otro?. Poco a poco me voy desencantando (tal vez esa sea la lección) de su hermosa poética y fijación por el Otro. ¿No sería mejor construir, tentar una reconfiguración desde, “el otro lado”, desde la insignificación, desde una desaparición individual, anónima, zona de tránsito más que acto donde el “ser” (se) contempla. Sin reflexión, sin conciencia, sin culpa. Pues venimos del fárrago platónico e informe espejo aporístico de_la “experiencia se da en las (apariencias cambiantes)”. ¿Cómo cambiar esa linealidad de discurso? Tal vez colocando la experiencia en el centro de los sentimientos y los afectos.

Aunque para ello sea necesario desplazarse, caminar, y al llegar simplemente desaparecer. Aullido. Yerba. La inflexión de un hilo. Llama. Más allá de la culpa, de la conciencia, de la reflexión. [Algunos niegan la tribulación señalando con la mano el sol, él niega el sol señalando con la mano la tribulación. 17.1(1920) Kafka, Diarios.]

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Al fin llueve, discretamente. Ya es posible acostarse en la sombra sin el escozor seco de un suelo pobre. Sonreír ante la siguiente escena; ella y dos niños de 3 y siete años, él; fotógrafo trabajando con ellos. En un momento los niños se van hasta un “monumento” japonés (unos bloques de piedra) y suben unos peldaños, mientras ella posa. Vestido blanco de transparencias, solera con cresta roja, perlas de pendiente y el desliz. Los niños subidos a un escalón. Ella grita para que…”agarra al pequeño, qué bajéis, mira la abuela(ausente)… y vuelvo a la lectura. 

Los ensayos ¿diarios? de Orwell; 1940 “Leyendo The Thirties, un lúcido y deprimente libro de Malcom Muggeridge, me acordé de una perrería bastante cruel que en una ocasión infringí a una avispa. Estaba chupando mermelada de mi plato, y la corté por la mitad. Ella no se enteró; se limitó a seguir comiendo mientras su estómago seccionado manaba un hilillo de mermelada. No se dio cuenta del hecho horroroso que le había sucedido sino cuando quiso echarse a volar. Con el hombre moderno ocurre lo mismo. Lo que le han cercenado es el alma, y durante un tiempo –veinte años quizá– no lo advirtió”. Ahora bien; lo escribe en el momento en que algo que podríamos llamar civilización, para resumir, entra en la era cibernética, la estadística, la guerra… y podríamos tolerar que las personas se observaran desde el punto de vista de lo creado, las máquinas deseantes. Las máquinas no son tan inteligentes como para saber si sus errores son inevitables y a la postre beneficiosos o fatales. Amputar el alma, y traer la prótesis. Aún ahora empezado el nuevo siglo lúcidos pensadores como Sloterdijk hablan, desde esa perspectiva, de vivencia inevitable, pesimista, la antropotécnica. 
Aunque anhelando un estatus de ejercitación espiritual. Pero para positivar la experiencia tal vez sea más útil la fe en el cuerpo que en el espíritu. Olvidar o al menos dejar atrás pensamientos como los de M. Zambrano, donde los modernos poetas ven aunar filosofía y poesía, mientras ella, platónicamente ejercía diametralmente divergente. Dejar atrás a Heidegger y su divergencia (su final solución, exclusión) entre la ciencia, y la filosofía. Tal vez si dejáramos de “prostituir” la cultura, esa experiencia viva, podríamos ser más objetivos y ¿cumplir con nuestra naturaleza?.

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Parece que me encamino al callejón sin salida de cuestionar algún principio de realidad. Cuando simplemente quiero cuestionar cosas como el pazo de Meirás, expropiado por la dinastía del Generalísimo, que solo se podrá visitar los cuatro últimos días de agosto. La recalificación del terreno quemado. Dos aviones rusos Beriev apagando incendios aquí, también los carros de la UME, vehículos desde Madrid con más de 50.000 litros. ¿Cumplir con nuestra naturaleza? Es demasiado obvio. Y la gente está cansada, y no sabe ni donde sentarse.

Las máquinas no son tan inteligentes como para saber si sus errores son inevitables y a la postre beneficiosos o fatales/fluctuación que nos quieren imponer en ese “estar a la altura de los tiempos”.

Cuando digo no querer cuestionar algún principio de realidad no me alejo de la desobediencia como principio básico para la libertad.

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                                                      13/08/2016 00:49

lúa 
namentres a terra arde                             fotografía de Javier Veleiro

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AQUÍ OS DEJO UN ANTIGUO POEMA

La saciedad del deseo es el deseo mismo.

La propiedad, es surco.

La sabiduría resguarda la generosidad.

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El hambre y el espasmo también comparten con el sueño

avivar la mente

tactar la matriz

tu ojo en mi ojo, ese es el sueño

una mente entre otra mente

exposición, sensibilidad, diafragma.

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Dormimos entre superficies que se frotan hasta hallarnos

tectónicos; en forma de golpe. Como renglones inacabados

Procurar un sueño es procurar un libro y pasar páginas

-¿Qué haces tú aquí?

-He tomado el fuerte.

-Duérmete y sáciate.



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Supongo que demorar el inicio de la escritura es evitar su entramado, supongo que mi estilo, si lo tuviera, sería ese deseo de continuidad de los cuerpos, la espiral del a-cercamiento. Sin embargo fuera de esa escritura sueño con el abrazo de los árboles. Hago notas mentales acerca de la escritura poética que jamás podría escribir y cuánto menos publicar. Despliego la baba sobre el conformismo.




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Queridos Riders

on the road


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