Zhu Zhanji 朱瞻基(1398-1435) |
Se dice que Sung Ti, artista del siglo
XI, criticó los paisajes de Chen Yung-chi en los siguientes términos:
“
La técnica de esto es buena, pero se hecha de menos un
efecto natural. Tendrías que escoger cualquier pared en ruinas y cubrirla con
un trozo de seda blanca. Luego, te lo miras mañana y tarde hasta que al final
logres ver la ruina a través de la seda, sus protuberancias, sus niveles, sus
zigzags y sus grietas, almacenándolo en la mente y fijándolo en los ojos. Haz
que las protuberancias sean tus montañas, la parte baja tu agua, los huecos tus
barrancos, las grietas tus arroyos, las partes más claras tus primeros planos,
las partes más oscuras tus puntos más distantes. Empápate perfectamente de todo
esto, y pronto verás hombres, pájaros, plantas y árboles, ondeando y
moviéndose. Puedes entonces guiar el pincel según la fantasía, y el resultado
será cosa del cielo, no de los hombres. A Chen se le abrieron los ojos y desde
aquel momento su estilo mejoró. “
del libro de
E.Gombrich ; arte e ilusión”
Mori Shuho - Black Bear Cub in Snow , 1799 |
RYUICHI TAMURA
CUATRO MIL DÍAS Y NOCHES
Para que nazca un verso
debemos matar
muchas cosas,
debemos acribillar, asesinar y
envenenar
a nuestros seres amados.
Ved,
en el cielo de los cuatro mil
días y noches,
por tanto codiciar la lengua
trémula de un pájaro,
hemos matado a tiros
lo silente de las cuatro mil
noches y el resplandor
de los cuatro mil días.
26
Escuchad,
en todas las ciudades lluviosas y
en los hornos de fusión,
en todos los puertos y las minas
en estío,
por arrancarle lágrimas a un solo
niño hambriento,
hemos asesinado
el amor de los cuatro mil días
y la misericordia de las cuatro
mil noches.
Grabad en vuestra memoria
tan solo por codiciar el miedo de
un perro callejero
con ojos capaces de ver lo que no
vemos,
con oídos capaces de oír lo que
no oímos,
hemos envenenado
la imaginación de las cuatro mil
noches
y el recuerdo frío de los cuatro
mil días.
Para engendrar un solo verso
debemos matar a nuestros seres
queridos.
Es el único camino para resucitar
a los muertos.
Habrá que seguir este camino.
MEZCALERO:
Ora duérmase, mañana vengo.
En la puerta el MEZCALERO todavía parece
dudar. Se
decide:
MEZCALERO:
Buenas noches.
Y sale precipitadamente.
ESCENA 60.— (Plano
medio.)
BENITA queda pensativa
pasándose el bocado a medias
mientras escucha (off) los cascos
del caballo alejándose.
CORTE:
27
EMPERADOR
Hay ojos en una piedra, ojos
enclaustrados en la
melancolía y el tedio.
El hombre pasa frente a mi
ventana, vestido con
negros atavíos.
Emperador de invierno. Mi
emperador solitario caminando
hasta un camposanto europeo con
la sombra de
la civilización en su frente
blanca como de cera. Bañada
su espalda por el sol, es
doloroso verlo autoflagelarse.
¡Dadme una flor!
Usted extiende sus manos. El
invierno en el mundo
está a punto de empezar, después
de años de razones y
progreso. La belleza occidental
no es otra cosa que
ilusión; ¿quién besaría sus
palmas? ¿Habrá aun tierra
fértil en esas manos devastadas
por un destino de color
del milano?
¡Dadme una flor, una herida como una flor!
***
Ryuichi Tamura nació en Tokio en 1923. Estudió la carrera
de letras en la Universidad de Meidyi. Durante la guerraeditó la revista La Tierra Yerma. Publicó varios de sus
poemas en la Colección de poemas del grupo la Tierra
Yerma, y un aproximado de treinta volúmenes de poesía en
su lengua. Fue reconocido con el quincuagésimo cuarto
Premio de Poesía de la Academia de Artes de Japón en
1998 y murió de cáncer en agosto de ese año.
Traducción de
Atsuko Tanabe y Sergio Mondragón
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