Cualquiera diría que cuando se escribe se
tiene la sensación de leer, no ya tanto como acabado, sino como escritura
misma, transcripción detallada. Abrir la hybris del mundo y la fantasía.
Inconformar. Clausura de cuerpo que ha de ser otra isla sumergida. Uno cuando
escribe y quiere sentir el texto, horadado, sin certidumbres lo hace desde la
universidad de los pueblos, no de las ciudades. La doctrina es como un escollo
o piedra que una ribera ha de pulir. Arrastrar el habla del pensamiento para
poder construir allá otra isla que también tenga una piedra en la ribera de un
río que arrastre también el habla. Aunque cuando el cuerpo absorbe náufrago el
pequeño porcentaje necesario para ser agua se convierte así en lo que podríamos
decir una luz ciega. Aquí en
esta entrada os dejo tres-fragmentos-tres de mi querido amigo Alexander “Pájaros de luz heridos”. Algunas vivencias de su presencia allá en esos pueblos,
capitales cuyo canto orea la humedad del alma, subjetividad humanitaria, no por imaginar, sino por
existencia, excedencia de un dolor derivada en poesía, pieza mordida, ab
aeterno, pero sin las reglas del sacrificio ético y sus juegos lingüísticos.
Alexander en un desdoblamiento asimétrico tapa su cabeza con el cielo, con el
gorro del verdugo y la apoya en la madera que soportará el filo del metal
grueso de la realidad.
he aquí un autorretrato robado__ _ aka /
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aricar la
senda
pájaros de luz heridos I
I
Mientras haya movimiento en
la mano
la sombra estará
constreñida a agitarse.
Si los cinco dedos se
abren,
se abre su sombra,
si los dedos giran,
la sombra gira,
y si se extienden se extiende la sombra.
se abre su sombra,
si los dedos giran,
la sombra gira,
y si se extienden se extiende la sombra.
Esta agitación, ya que la
sombra toma su forma
por efecto de la mano,
es perecedera como la
sombra misma.
Yadal
al-Din Rumi
Fihi–ma–fihi
(En esto está lo que está en eso)
"No se os ha dado
de la ciencia más que un poco"
Corán,
XVII, 85.
Cálidas y brillantes de
alegría hembra, uterina, se estremecieron a la vez las estrellas. Todas. Se
convulsionaron como pájaros de luz heridos a flechazos en pleno vuelo. En pleno
goce, rindieron su alma sin un grito. Cayeron vertiginosamente, no en dirección
a la tierra, sino hacia arriba. Muy arriba. Más allá de la Vía láctea.
Brotaron nubes de los cuatro
horizontes, bajas y palpitantes. Negro opaco. Una única deflagración,
fulminante, al límite de lo audible. El relámpago desgarró la bóveda celeste en
un parto de fuego blanco, sin principio en la eternidad sin duración y sin fin.
Descendiendo en caída libre, tambores de roca atronaron al unisono. Estrellando
el presente: ese instante presente en que se encierra la vida animal de la
especie humana. Ensancharon el espacio sonoro, en un conjunto de resonancias y
ecos, con la fuerza de cientos de caballos galopando en rondas concéntricas. Se
levantó viento, que de ninguna parte venía y rugía por todas partes.
Viento.
Trueno.
Relámpago.
[Los cielos se abrieron]
[Los cielos se desplomaron]
Vertical e incesante, se
derramó la lluvia en aguaceros. Catarateó en fulgurantes cataratas. La tierra
se levantaba al encuentro del agua. Se saciaba de ella y caía al suelo como
hierba verde y tupida. El olivo se elevaba a ojos vista, con las ramas cargadas
de hojas y olivas. Y allá, a la entrada de los Balcanes,
salían de tumbas excavadas en la roca esqueletos de niños, que recogían sus
pieles, se vestían con ellas y se iban hacia su casa cantando.
Sonrió la mujer sentada bajó
el olivo. Estiró las alas, feliz de vivir. ¿No dejan tras de sí todas las
muertes el recuerdo magnificado de la vida? Es entonces cuando los gestos y las
palabras de antaño cobran un significado emocional y acosan, atenazan:
querríamos oírlos y verlos de nuevo, sacarlos del reino de la memoria,
impedirles que envejezcan, que se marchiten, que vuelvan a la nada. Todos son
privilegiados. ¡Qué nunca muera nada!
A andar se puso la mujer
frágil. Lentamente, se pasó la mano derecha por la cara, con los dedos
separados. Por los ojos, los cabellos, la nuca dolorida. Temblaba de pies a
cabeza. Tenía la impresión de descender hacia su aldea natal, y a la vez hacia
el primer amanecer: la génesis de las palabras. Cerraba los ojos pero seguía
viendo danzar delante suyo, cual fragmentos dispersos de un espejismo
prolongado a través del espacio, un revoltijo de sonidos confusos del que no
podía sacar más que una idea sin forma ni núcleo, únicamente una llamada de la
memoria, resonando sin un grito. Sílabas que eran ante todo una música. Girones
de frases encadenados los unos a los otros, esfumándose apenas elaborados,
volviendo de nuevo a la carga con una vida aguda, cada vocal y cada consonante
expresándose con su propia voz.
[Le pregunté a un alma de los niños por qué crimen la mataron]
[No supo responder]
Todo se le mezclaba en la
cabeza, en olas arremolinándose allí mismo, inmóviles casi, un remolino en el
que el flujo de la vida era el reflujo y en el que el tiempo cabalgaba en el
tiempo.
Una vez hechas todas las
preguntas y dadas todas las respuestas, acaba la historia de los hombres.
Empieza la crecida de los sueños y de dudas al asalto de las certezas. Se abren
los cielos al mundo de lo imaginario.
heridos a flechazos,
infatigables, esos pájaros de luz heridos y pisados por la estupidez,
incansable el peso que cercena el gesto. Creemos en la última transfiguración
durante la guerra, creemos, damos por sentada la razón, nos damos las manos
para no caer cruzando los destinos, pero no es esto tampoco, ni la acrobacia de
saltar de prólogo en prólogo, de isla en isla. Tal vez convertir cualquier paso
en un primer paso resulte “peligroso”
e incluso improbable. Dejarse llevar por un afuera apenas factible perpetua un
rehacer y aprehender una primera significación relatada en ese primer paso.
Mirar, ver, observar, no es atenerse al concepto de materialismo ni otro
padecimiento providencial. La
fatalidad se viste de providencia como decía Ciorán. “Una mujer acuna a su esposo en las rodillas, le da el pecho seco. Acaba
de perder a su niño recién nacido, muerto de hambre.” …
aricar la
senda
pájaros de luz heridos II
II
Ellos aquí trajeron los
fusiles repletos de pólvora,
ellos mandaron el
acerbo exterminio,
ellos aquí encontraron un
pueblo que cantaba,
un pueblo por deber y por
amor reunido,
y la delgada niña cayó con
su bandera,
y el joven sonriente rodó a
su lado herido,
y el estupor del pueblo vio
caer a los muertos
con furia y con dolor.
Entonces,
en el sitio donde
cayeron los asesinados,
bajaron las banderas a
empaparse de sangre
para alzarse de nuevo
frente a los asesinos.
Pablo Neruda "Los enemigos" (fragmento)
La anciana caminaba
apaciblemente a lo largo del tiempo.
No tenía edad, ni
pensamientos quizá. Los pensamientos sólo eran sombras del alma, y la edad
carecía ya de significado para ella. Se deja llevar por sus pasos. Despacio.
Muy despacio, de manera apaciguada. Viste toda de tela blanca. Como vestían las
abuelas de sus abuelas, a la manera tradicional albanesa que desaparece con la
modernidad. Cruza la puerta metálica del jardín del templo y enfila las
escaleras que le conducen a la segunda planta en la que se reúnen las mujeres.
El mar de la ciudad de Ulcinj besa los jardines de la mezquita erigida a pescadores
y marineros.
Es el momento del suyud. La
resonancia de las rodillas de la comunidad apoyándose al unísono para postrar
la frente perdura unos instantes sobre el entarimado de madera, a pesar de las
alfombras. Es un sonido grave y apagado, único y coordinado, que nace con cada
postración y se eleva por las altas y blancas bóvedas, empujando las
caligrafías y sus ornamentos vegetales hacia el techo. Figuras que se estiran
entre claroscuros hacia la claraboya de la bóveda principal en sugerentes
abstracciones. Su percusión va despejando las almas de los viejos huesos que se
han desvelado poco antes cuando la llamada a la oración ha sonado desde los
megáfonos del minarete que se despinta bajo el cielo.
Un cielo despejado que se
oscurece de repente. Caen meteoritos en forma de pájaros. Queman. Un cuchillo
se afila en un tajo de roca que lanza chispas hasta el cielo. Un olor a mecha y
de cera quemada. Todo se funde con la noche cerrada. El galopar de millares de
caballos. El sol siempre sale por el este, pero a partir de este momento parece
que podría salir por el oeste, por el sur o por el norte también. Todo parece
posible. Irreal.
Una mujer acuna a su esposo
en las rodillas, le da el pecho seco. Acaba de perder a su niño recién nacido,
muerto de hambre.
Se unirá a una muchedumbre
de almas de pies doloridos y bocas secas. Los que caminan cada noche, durante
horas, días, meses y años, con pasos lentos siempre hacia delante. Atravesando
mares, montañas y desiertos. Sin comer ni beber. Sin porvenir ni presente. Sólo
un pasado que arrastran en sus cuerpos transparentes. Sólo el pesado pretérito
que lleva cada uno de ellos en su memoria.
Chupan guijarros para
engañar la sed.
Y, para seguir viviendo,
sueñan con la esperanza.
¿Qué muerte los empuja hacia
la vida?
Relumbran desnudas sus
almas.
Aquí y allá por el planeta
ascienden los sueños de los humanos. Todos diferentes y todos luchando entre sí
aspiran a lo mismo: al deseo de supervivencia. Y, a ese deseo, poderosísimo, lo
mueve una necesidad todavía más poderosa: la búsqueda de los orígenes y el
futuro, la obsesiva búsqueda de lo desconocido.
Lejos. O cerca. En algún
lugar, alguien escucha y cada día con cada rezo tiene que oír las mismas
preguntas y plegarias, y desde el principio de los tiempos se cuestiona las
voces que retumban en su cabeza: por qué matan a sus hijos, por qué se
destrozan entre sí y se envidian los unos a los otros. Me interrogan por su
porvenir, pero en realidad no es a mí a quien toca contestar, se responde. ¿Por
qué no se contestan ellos mismos? El destino ha estado siempre en sus manos. No
les fueron escatimadas las riquezas de sus suelos, ni de belleza sus entornos.
¿Por qué no se desprenden de las armas destructivas que han comprado con el
precio de sus almas? El sonido de las mismas no les deja escuchar la canción
que es la vida. Ya casi nadie canta, se lamenta. Miles de millones de voces
constituyen su consciencia.
Un poeta llora sin ruido. Ha
culminado su obra, lo ha escrito todo. Llora de hambre, por todo lo que ha
sentido y pensado, y que no ha podido transformar en palabras. Tiene hambre de
lo que es, de lo que hay detrás del arte y de la ciencia. Tiene hambre de lo
insondable. ¿Cómo evidenciar las verdaderas relaciones del mundo: visión,
forma, imagen, signos, imaginación?
Antes de acabar la plegaria,
un asesino salta sobre su víctima. La hoja del cuchillo deja de lanzar
esquirlas al cielo para derramar una sombra carmesí en la oscuridad. Los pájaros
caen envueltos en llamas desde el horizonte. Columnas de humo se elevan sobre
la mar. Desaparece la sombra de la víctima. Se hace transparente. Se vacía su
corazón, al tiempo que el asesino se levanta tenso. En silencio. Se escucha a
sí mismo. Se escucha a sí mismo reanudar la respiración. Se oye rehacerse pieza
a pieza. Oye calmarse lentamente la sangre en sus venas, y calmarse la
tormenta. Detiene los vientos de la duda y el desatino que se habían apoderado
de él. Ha despertado más dolor y pena de la que pueda asumir, y lo sabe.
El destino siempre ha estado
en sus manos, sopla el viento entre los parroquianos que se reunirá junto a la
víctima al dejar la mezquita. La anciana fruncirá los párpados y escrutará el
horizonte que se pierde en el Adriático. Lo desescamará de espejismos, de la
horda de almas que se alejan entre la espuma de sus olas. El horizonte
retrocederá. Retrocederá hasta el infinito. Y, tras el horizonte, se perfilará
el sueño, claro y concreto, para enseguida retroceder él también, y perderse
para siempre.
tras
el “gran cisma” del siglo XI la escisión de la iglesia católica romana y las
ortodoxas de oriente dejaron la península de los Balcanes a merced de los patriarcas ortodoxos, no del todo, pues al
caer Constantinopla en el siglo XV el islam fue conocido y predicado, como en
bosnia, kosovo, albania… Las guerras mundiales primero tras una unificación en
la primera, intervinieron profundamente, aprovechando las míseras o sencillas
vidas, y en la segunda los nazis aprovecharon digamos esta unión simulada, para
volverlo en su contra, además de instalar sentimientos fascistas. El comunismo
de Tito convirtió en pueblos nómadas dentro de un mismo país a las distintas etnias,
Yugoslavia prosperó durante cuarenta años. Después de la caída de Tito, y doce
años después, la vida de 150.000 personas en guerra, consentida. Olvidada, pero no para la docena de etnias que componen
las tierras balcánicas. Cuatro
idiomas en el mismo terruño, que vienen a ser el mismo ya lo escuche un bosnio,
un serbio, un croata, un montenegrino. NO quiero extenderme con más datos que
proliferan por internet y podéis encontrar facilmente...
aricar la
senda
pájaros de luz heridos III
III
Y los días se echaron a
caminar.
Y ellos, los días, nos
hicieron.
Y así fuimos nacidos
nosotros,
los hijos de los
días,
los averiguadores,
los buscadores de la vida.
Eduardo Galeano (2011)
Sancho Panza: No es segador
que duerme las siestas, que a todas horas siega, y corta así la seca como la
verde yerba; y no parece que masca, sino que engulle y traga cuanto se le pone delante,
porque tiene hambre canina, que nunca se harta; y, aunque no tiene barriga, da
a entender que está hidrópica y sedienta de beber solas las vidas de cuantos
viven, como quien se bebe un jarro de agua fría.
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Segunda Parte, Capítulo XX.
Mañana, al alba, el crimen
aparecerá escrito en los dos principales diarios de la zona, en montenegrino y
albanés. La víctima morirá sucesivas veces en la conciencia de cada uno de los
lectores. La anciana entrará en un sueño dentro de otro sueño, que a la vez se
balancea en otro sueño, y así se fagocitan el uno al otro en un mar
incontenible. Caminará encerrada en ese sueño hasta el fin de sus días. Morirá
sin haber conseguido despertar del mismo. Del sueño sublime donde el sentido
aparente no es indigno de aquel que nos oculta, en el que la verdad brilla con
tanto esplendor, que no cuesta mucho trabajo descubrirla a través del velo que
ha pretendido utilizar para disfrazarla.
Aún de noche, el asesino
desciende la escalinata por entre las rocas que lo sume en las aguas del mar.
Se ofrece a ellas como los peregrinos que purifican sus cuerpos en el Ganges,
el Indo, el Iamuna, el Sárasuati, el Kaveri, el Godavari o el Narmadá.
Asesinado el demonio que mantenía cautivas las aguas del mundo, enjuaga su
cuerpo en ellas. Ablución tras el sacrificio de aquel que había tomado posesión
de las nubes y obstruía la claridad del cielo. Ríos de serpientes se deslizan a
través de la cúpula celeste para zambullirse en las aguas liberadas. El pasado
tintineando en la negra noche que se agota. Pronto asomará el sol y verterá su
luz sobre lirios, rosas, jazmines, claveles y nardos que crecen junto a las
murallas de la ciudad. Ciudad que desconoce invierno alguno. Sus años solo
tienen tres estaciones: la primavera, el verano y que de estas dos se forma la
tercera: el otoño que encierra en el cuerpo de sus frutos el espíritu de la
primavera y el alma del verano, recogiéndose en esta estación las uvas, las
granadas, los melocotones y los higos.
Ciudad que alberga en su
parte antigua a un pintor de origen germano, suspendido sobre sus acantilados.
La esencia, busco la esencia, contesta cuando se le pregunta por la sencillez
de sus cuadros. Sus ojos son minúsculos, profundas cavidades en un rostro envejecido
por el sol. Si Dios Todopoderoso lo creó todo de la nada, los artistas vulgares
y modernos, del todo hacen nada. Trabajan con muchos esfuerzos, con grandes
gastos, con todo tipo de materiales diferentes para no llegar a nada, concluye.
En sus lienzos pretende capturar la esencia escondida en la naturaleza, la más
elevada que puede ser buscada bajo los cielos, la verdad sin mentira alguna. En
ellos refleja el rocío del cielo y el peso graso de la tierra. La alegría
transitoria bajo el círculo lunar, el espíritu que mueve el mar, sostiene la
tierra, excita el viento, hace bajar la lluvia, mantiene todas las cosas y
potencias. Busca lo que muchos buscan pero pocos encuentran. Una naturaleza no
reconocible que los santos han deseado ver
desde el inicio del mundo. Extrae la luz a través de la tintura del cuervo,
toma el color de la amargura albergada en su garganta, y traza con ella la tela
celebrando la dicha de pintar, que es un festejo, como el dar nacimiento. Como
concebir el mundo.
Así se sentirá el asesino
cuando lo encuentren desnudo junto a la costa. En un mundo nuevo que ha abierto
con el filo metálico de su cuchillo. A sembrado el futuro con un cuerpo
corrupto. Porque la vida ha de corromperse para seguir viviendo, declarará días
más tarde ante el juez. Un periodista transcribirá sus palabras: Igual que es
la corrupción del grano de trigo, su putrefacción la que lo reblandece,
engrasa, hincha y hace que se desprenda de su envoltura, es a través de la
muerte y la putrefacción, que el alma, o la vida encerrada en su grano, después
de resucitada, se manifestará. La vida primitivamente incluida en los cuerpos
por la Naturaleza debe ser liberada por la putrefacción para tornarse mejor de
lo que era.
Cuando lo apresen, dado su
estado agitado y delirante, lo primero que harán será llevarlo al servicio
clínico más cercano. Los familiares albergarán la posibilidad de encontrar en
su sangre algún tipo de sustancia extraña. Algo que le hubiese obligado a
actuar contra su voluntad. Pero el diagnóstico dará negativo en sus repetidas
pruebas. Si me es tan difícil creer que no hallan trazas de sustancias tóxicas
en su sangre, confesará su padre a un reportero, si me niego a aceptar ese
diagnóstico, es porque implica la posibilidad de que lo único que haya aquí sea
el alma desnuda de mi hijo y que la locura salga directamente de ella, sin la
mediación de elementos ajenos. Sin atenuantes.
Ha vuelto a la vida.
Se engendró en el vientre
del viento.
El viento es aire.
El aire es vida.
La vida es el alma.
He llegado a ella a través
de la matriz de la muerte.
A la respuesta que satisface
lo limitante.
La que abraza al Universo.
Al Uróboros.
Me he saciado de la
inconformidad terrenal para encontrarme con mi alma. Para ingresar en el Todo.
Para llegar a ser la totalidad que ya se es. Ese ser que se vislumbra en el
horizonte, eternamente intuido pero nunca alcanzado. Como las olas del mar se
alzan eternamente, cabalgan unas sobre las otras, para siempre acabar cayendo.
La luna que crece para menguar. Ese es mi legado. Os acabo de declarar lo que estaba
escondido, pues la vida está con vosotros y en vosotros, de modo que si la
encontráis en vosotros mismos, donde está continuamente, también la tendréis
siempre y en cualquier parte que os encontréis. Haced asomar con vuestro arte
–yo elegí una hoja de metal en lugar de una hoja de papel– al espíritu sublime
encerrado en vuestras limitaciones y nadaréis en un mar abierto.
En una ceniza incombustible,
hasta cuando la tierra esté quemada. Vivid la putrefacción del cuerpo, para
morir una segunda vez y después recibir la vida. Os he abierto el libro de los
cielos, padre.
Mira mi alma desnuda.
No te avergüences de
ella.
Contémplala y ámala.
espero
os hayan gustado los tres-fragmentos-tres
de Alexander tanto como he disfrutado, al imaginar, lo tierno, lo cruel, la
fatiga del vuelo en el crepúsculo, la fiebre de la flor exhumando el acre
destino, la universal esclavitud del hombre por el hombre, aunque no haya
nacido para odiar, la totalidad impuesta y apresurada por suprimir las
distancias. La búsqueda y no el origen de la libertad, traerá la paz y la
tierra dejará de ser un lugar de exilio. En el crimen y no en el pecado
original está el resumen.
Muchísimas gracias Rider por la entrada, y sobre todo por los comentarios de la misma. Me ha alegrado y he encontrado de lo mas interesante la interpretación que le has dado a los mismos, he descubierto con ellos nuevos matices del texto de los que no era plenamente consciente... a veces uno escribe intuitivamente, creyendo que se limita a describir lo que ve, siente a su alrededor sin tomar verdadera conciencia de lo que con ello está haciendo o transmitiendo a otros. Confío que llegue el día en que la mayoría tome conciencia de tus palabras "la búsqueda y no el origen de la libertad, traerá la paz y la tierra dejará de ser un lugar de exilio". Gracias de nuevo por robarme estos pájaros de luz y traerlos a darles cobijo en esta casa, la tuya. Un placer.
ResponderEliminarUn gran abrazo, amigo
el agradecido en verdad, o los agradecidos somos los que se guarecen en estos textos, ha sido sencillo leerlo y no querer cambiar ni una coma, supongo una sensación similar, sentado a orillas de Ganges. El derramamiento del texto ímproba una vaciado, un vaciarse hasta desocultar ese instante, ya presente, ya calcificado.
Eliminarhacía tiempo que quería traerme algo tuyo además siempre admiro la creatividad que usas, admiro al leerte como a otras personas “no-conocidas” revierten, hacen reversible la palabra cuestionando el hueco del yo, la religión, y la página de sucesos, entes que imponen un juicio desde el que domesticarnos y desde el que no debemos hablar para ser igualados al régimen. Es necesario hablar, decir las guerras habidas para perseguir las actuales. Hace poco leyendo sobre la guerra civil española, escuchaba casos donde los frentes atrincherados, decidían parar el fuego para acercarse a recoger patatas y verdura. Ahora la guerra son olvido, en el sentido que la explotación fomentada por las crecientes desigualdes están más enzarzadas en la sociedad. El mes que viene por ejemplo es el décimo aniversario del asesinato del periodista gallego José Couso. Por grabar con una cámara un “escenario bélico”. Aprovecho para dejar el enlace a su caso, con causa abierta. http://josecouso.info/2013/03/05/el-caso-couso-sigue-abierto/
el tercer fragmento me deja encantado, disperso en un albergue de cosmogonías íntimas, auténticas, sin rechazo, gracias al ensueño interminable el texto despoja a la historia de su tejido conjuntivo, fósil, invariable, la poesía cercada y abrigada por ese “ourobro” cuyo avance, es residuo. El lobo en esa fabulosa Edda Prosaica escandinava, conlleva, tira de una cadena forjada con seis cosas imaginarias: "el ruido de la pisada del gato, la barba de la mujer, la raíz de la roca, los tendones del oso, el aliento del pez y la saliva del pájaro". La imaginación es lenguaje, lo malea, lo incrementa, produce realidad, nos hace reconocibles en lo callado. Así que gracias a ti por dejarnos intransitivos
nómadas
en estos textos tuyos
lejos de la falsa representación, el sentido, acostumbrado
bailar la cuerda
fuera del texto
escapar/ escarpar lo impensable
//
enunciar