29 de septiembre de 2012

La polilla de Hércules // patti smith






“La polilla de Hércules”


Confuso por un amor que era obra suya, se encerró en sí mismo, como Queequeg, y se preparó para la última etapa de aquel amor tan profundo…
     Abandonaba su casa. O, más bien, la casa que albergaba sus pertenencias. Todos aquellos accesorios bellos y singulares cambiados por lo remoto e indómito. Indómito como los cabellos del Bautista. Se rió de aquella noción y se deleitó en el recuerdo de unas manos pequeñas que volvían las páginas del Libro de la Vida. Pues allí, entre las representaciones de los píos y los civilizados, estaba el amado bárbaro, el grito en la selva, que se alimentaba de oraciones y cigarras. Cómo le repelía y le fascinaba la imagen de ese grito. Aquel recuerdo fragmentado lo conmovió. Pues había olvidado por completo las horas que había pasado contemplando aquella figura poseída y solitaria.
     También él experimentaba una transfiguración, una llamada por la que sacrificaría su propia cabeza; la colocaría en una bandeja, sin queja ni remordimiento. Pues nada deseaba más que librar su alma para que ella atravesara el trono como una bala negra o gateará cual bebé por una mantita.
     Cogió el libro que había subido a bordo, una guía de los insectos del hemisferio sur. Se quitó el abrigo, un abrigo de terciopelo verde. Al pasar las páginas, se fijó en una parte raída de la manga. Y cómo parecía relucir como la piel de un ala envejecida. Centró su atención en el libro que tenía en la mano: láminas a color con leyendas en negro. Buscó a su libertadora, la mariposa Reina Alejandra, pero otra imagen atrapó su mirada.
     Coscionera hercules. Envergadura alar: 35 centímetros. ¡Allí estaba su campeona! No una mariposa, pero sí extraordinaria. La polilla de Hércules. Para adquirir la fortaleza de los siglos. Convertirse en lo que no era. Un físico de dios; un vigoroso principio desplegándose en la noche. Extrajo una cuchilla de su cartera, cortó la lámina con cuidado y la dividió en cuatro.
     Se puso la colcha de Tío sobre los hombros y subió rápidamente a cubierta. El cielo estaba negro y reluciente, como si acabaran de untarlo con alquitrán. Puntos que quemaron la negrura crearon la Cruz del Sur. Su mirada atravesó aquellos puntos, flechas diminutas en las que ardía el seductor veneno del amor. La Cruz del Sur. Una señal prodigada a un cielo glorioso. Una señal de ojos, labios, infinito vigor. Alargó la mano y aprehendió un ala, una antena y otra ala como ofrenda, mientras murmuraba: “Querida, mi preciado mito, mi dios…”
     La polilla de Hércules, con un vestido de hierro. Al inclinar la cabeza, notó que algo le rozaba la mejilla. Era su propia pestaña, que él cogió con la delicadeza de un coleccionista.


EL MAR DE CORAL 
Patti Smith
Traducción de Rosa Pérez Pérez.
Ed. Lumen. 2012.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. La Misma

      http://mamaquchanayay.blogspot.com.es/2012/08/horses.html

      y siempre lo ha de ser, igual de hermosa y clara

      salud

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  2. Respuestas
    1. Así es. "El mar de coral" nació tras morir su amigo Robert Mapplethorpe. Mi curiosidad me ha llevado a comprar una biografía de este fotógrafo, escrita por Jack Fritscher. El escrito de Patti, magnífico.

      abrazos mister

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