Hay una gota
de ámbar
lago
alojándose en la entraña
inconclusa.
El ojo
traspasa el umbral
vacila
susceptible a
encontrar la celda.
Hace frío y
no bastan las palabras
invierto el
reposo
y mastico
desde el desván
hasta el
sótano
con los
honores del presagio
ardiendo en
las contraventanas
hasta el suspenso
de la noche
y luego
cuando
(me)pregunten por la vida enterrada
bailará el
amante
brillará
brillará
lanzado al
prostíbulo de las muecas.
Hay una gota
de ámbar
un
llamamiento heredado.
El otro día precisamente escribí un poema que acaba en lo "heredado", aunque no sé si alguna vez verá la luz. Qué paradójico el ser humano, tan sólo y desvalido y a la vez tan irremediablemente arropado por la especie. Es en eso que me hace pensar el ambar y tu poema. Bico (¿vienes, venís???)
ResponderEliminarPresentir, presenciar y dejar en un bote o tintero el borrón, la suma eugenésica como si fuera el paradigma y lo paradójico el residuo impronunciable. De ahí surge pronunciar lo heredado y el verso antiguo, divulgarlo es ambarizar, y ambarizar es tal vez apurar la ceda, vengo al ámbar como un ojo y además cejar el arropo en poco más de un trayecto. Tenemos que vernos para poder contarnos de seguro muchas cosas. Se atravesará la palabra y el tiempo se hará grato. Se cambiará de lugar… mañana espero poder andar por allá y pasarlo todos juntos la mar de bien, la poesía es una excusa/exclusa al cabo.
EliminarBicos
A veces las palabras no bastan, Daniel, y se hacen necesarias otras formas de expresión que sin embargo dicen tanto o más que las mismas palabras y quedan suspendidas, guardadas en esas melosas gotas de ámbar.
ResponderEliminarUn beso.
Magnífico...
ResponderEliminarUn abrazo, CC.