Se
retorcían algarrobos y talas: promiscuidad de cortezas en una cópula alta, el
viento torciendo los nudos, lanzando las ramas en brazos del árbol más próximo.
No sé qué es este delirio savia arriba, la consunción del canto antes que los nidos sean arrastrados por la ternura más fría, más expuesta al derribo.
Después de la tormenta
los árboles
todavía estremecidos
se abandonan
juntan sus manos
rezan.
.... poema de [Antes de desaparecer], en preparación.
No sé qué es este delirio savia arriba, la consunción del canto antes que los nidos sean arrastrados por la ternura más fría, más expuesta al derribo.
Después de la tormenta
los árboles
todavía estremecidos
se abandonan
juntan sus manos
rezan.
.... poema de [Antes de desaparecer], en preparación.
Laura Giordani
Robert Adams |
Hay una utopía por reconocer. El despertar. El ver. Antes
del día, antes del verbo. Un principio pero en otro lugar. Qué triste manía la
de clausurar en un ágora la vida. Poseer ese ágora, esa plaza pública se piensa
solución a los recitales dominantes, sin embargo… la partición se endurece. En
Egipto el gobierno cerró el acceso a las redes ante una aparente revuelta, entonces el pueblo sí salió a la calle.
Violencia y sangre para recuperar la libertad.
La telerealidad apuntó su gran ojo. Mientras, infinidad de otros lugares quedaban
abandonados a los nervios acerados de la usura. La ideología de las sociedades
dominantes que conjuga, especula, con los Caín/Abel de cada país. Los
supervivientes alzan la antorcha de la libertad, culpabilidad. El mal se
convierte en algo abstracto entonces. Una tecnología adaptable dentro de una
moral adaptada, al gusto, en propiedad.
Me propongo traeros una larga actualización, tentativa por
demoler lo finito o la funesta representación de esta hiriente realidad. Así
que os pido paciencia y atención.
Hannah Arendt 1961, en
[El significado de la revolución]… para nuestro propósito actual y, en
especial, a fin de comprender la faceta más alusiva y, sin embargo, más
impresionante de las revoluciones modernas, es decir, el espíritu
revolucionario, es importante recordar que la noción de novedad e innovación en
cuanto tal ya existía con anterioridad en las revoluciones, pese a lo cual no
estuvo presente en sus orígenes. En éste, como en otros aspectos, se estaría
inclinado a afirmar que los hombres de las revoluciones estaban anticuados con
relación a su propia época, evidentemente anticuados si se comparan con los hombres
de ciencia y los filósofos del siglo XVII, quienes, como Galileo, subrayarían, «la
novedad absoluta» de sus descubrimientos, o, como Hobbes, pretenderían que la filosofía política era
«tan joven como mí libro “De Cive”, o como Descartes, insistirían en que
ningún filósofo antes que él había hecho verdadera filosofía. Por supuesto, ciertas
reflexiones sobre «el nuevo continente» que había dado nacimiento a «un hombre
nuevo», del tipo de las citadas de Crèvecoeur o John Adams y que podríamos
encontrar en otros autores menos conocidos, fueron bastante corrientes. Pero, a
diferencia de las pretensiones de filósofos y científicos, tanto el hombre
nuevo como el nuevo país se imaginaron como dones de la Providencia, no como un
producto humano. En otras palabras, el extraño «pathos», de la novedad, tan
característico de la Edad Moderna, necesitó casi dos siglos para salir del
aislamiento relativo de la ciencia y la filosofía y alcanzar la esfera de la
política. (Según la expresión de Robespierre: «Tout achangé dans l’ordre physique; et tout doít changer dans l’ordre
moralet politique.») Ahora bien, cuando llegó a la esfera de la política, dentro
de la cual los acontecimientos interesan a la multitud y no a la minoría, no
sólo adquirió una expresión más radical, sino que llegó a estar dotado de una
realidad característica de la esfera política exclusivamente. Sólo durante el
curso de las revoluciones del siglo XVIII los hombres comenzaron a tener
conciencia de que un nuevo origen podía constituir un fenómeno político, que
podía ser resultado de lo que los hombres hubiesen hecho y de lo que conscientemente
se propusiesen hacer. Desde entonces, un «continente nuevo» y el «hombre nuevo»
que de él surgiese no fueron ya necesarios para inspirar la esperanza en un
nuevo orden de cosas. El novus ordo
saeclorum ya no era una bendición dispersada por el «gran proyecto y
designio de la Providencia», ni la novedad la posesión orgullosa y, a la vez,
espantosa de los pocos. Una vez que la novedad había llegado a la plaza
pública, significó el origen de una nueva historia, que habían iniciado, sin
proponérselo los hombres de acción, para que fuese hecha realidad, ampliada y
prolongada por su posteridad.
V
Si bien los elementos de novedad, origen
y violencia todos los cuales aparecen íntimamente unidos en nuestro concepto de
revolución, brillan por su ausencia tanto en el significado original de
la palabra como en su primitivo uso metafórico en el lenguaje político,
hay otra connotación del término astronómico, a la que ya me he referido antes
brevemente, que ha conservado toda su fuerza en el uso actual de la palabra. Me
refiero a la idea de irresistibilidad
o sea, al hecho de que el movimiento rotatorio de las estrellas sigue un camino
predestinado y es ajeno a toda influencia del poder humano. Sabemos, o creemos
saber, la fecha exacta en que la palabra «revolución» se empleó por primera vez
cargando todo el acento sobre la irresistibilidad y sin aludir para nada a un
movimiento retrogiratorio; este aspecto nos parece hoy tan importante para el concepto
de revolución que es corriente fijar el nacimiento del nuevo significado
político del antiguo término astronómico en el momento en que comienza esta
nueva acepción. La fecha fue la noche del catorce de julio de 1789, en París, cuando
Luis XVI se enteró por el duque de La Rochefoucauld-Liancourt de la toma de la
Bastilla, la liberación de algunos presos y la defección de las tropas reales
ante un ataque del pueblo. El famoso diálogo que se produjo entre el rey y su
mensajero es muy breve y revelador. Según se dice, el rey exclamó: «C’est une révolte», a lo que Liancourt respondió: «Non, Sire, c’est une révolution».
Todavía aquí, por última vez desde el punto de vista político, la palabra
es pronunciada en el sentido de la antigua metáfora que hace descender su
significado desde el firmamento hasta la tierra; pero, quizá por primera
vez, el acento se ha trasladado aquí por completo desde la legalidad de un
movimiento rotatorio y cíclico a su irresistibilidad.
El movimiento es concebido todavía a imitación del movimiento de las estrellas,
pero lo que ahora se subraya es que escapa al poder humano la posibilidad de
detenerlo y, por tanto, obedece a sus propias leyes. Al declarar el
rey que el tumulto de la Bastilla era una revuelta, afirmaba su poder y los
diversos instrumentos que tenía a su disposición para hacer frente a la conspiración
y al desafío a la autoridad; Liancourt replicó que lo que había ocurrido
era algo irrevocable que escapaba al poder de un rey. ¿Qué veía Liancourt, qué vemos
u oímos nosotros, al escuchar este extraño diálogo, que le hiciese pensar (y
nosotros sabemos que así era) que se trataba de algo irresistible e
irrevocable?
[…]
aquí el film
Ahora bien; 09 de noviembre de 2013, sabemos que la democracia es una herramienta contra el pueblo. La indignación ya no es suficiente pues entró en una dialéctica arborescente, jerarquizante, homogeneizante de lo que G. Deleuze llamaría “máquina abstracta”. Dejando de ser ideología para ser política, económica, para devenir mortal. Nosotros sujetos, huéspedes, rehenes. Sujetos al cambio incompleto, huéspedes de una ambigua derrota, y rehenes de un enigma que lacera como un látigo. Es imposible ser neutral, ahora bien; es posible lo ético. Lo justo. Lo finito se torna irresistible, irrespirable…
[Porción del Enemigo], (poesía, 136. Ed.
Calambur. 2013)
Enrique Falcón
ESPAÑA EN EL SUBSUELO DE LA CALMA
Tres cuentas
abiertas. Un contrato
renovado a costa de
engañar a un compañero.
Vacaciones
preparadas dando vuelta al vacío.
Nichos de garaje.
Vistas desde arriba,
mutaciones doradas
sobre un poco de ginebra.
Crédito bancario.
Una casa con espejos.
A partir de aquí,
nada fácil
sostenerle las
miradas al fracaso.
Sostener, ofrecerlas en concepto de rehén. Sin tránsito. No
esperar nada. La historia no tiene fin, es más, no lo necesita. Nada debe
empezar ya que para el totalitarismo de nuestras sociedades avanzadas somos
sujetos en perpetua substitución. Necedad o necesidad histórica. Holocaustos y
miseria inalterables en continuo ensamblaje cambiando nuestra mirada, cambiando
los nombres al fracaso, todo con tal de no anticipar sus efectos. Hoy día
gracias a la “bendecida” psicología sabemos desde niños que la libertad es una
ilusión, pues para el psiquismo las impresiones son más importantes que las
realidades. Una casa con espejos. Un carnaval de simulacros que se interfiere en la
comprensión de lo sensible. Olvidar al Otro. Que ya-no-espera, que se despedaza
ante nuestra falta de ética. Al niño se le quita la máscara del sueño para
trazar en su rostro la política, la producción de la corrección. Mantener los
hechos democráticamente. Una forma perfeccionada del atontamiento sería tal vez
inculcar en el niño la pasión de la desigualdad, una tendencia a hallar
explicaciones, devorar a los hijos al mismo tiempo que engendra. Nos visten con
la mortaja de la responsabilidad. “No queda nada de la ideología más que el reconocimiento de
aquello que es: un modelo de conducta que se somete al poder abrumador de la
realidad establecida”. Theodor W. Adorno.
MEJORÍA DEL HOMBRE Y DEL RATÓN
[de dos noticias simultáneas —portada y contraportada
—
aparecidas en un mismo diario de agosto]
separe el primer
pliego el más exterior
de la edición justo
de ayer el diario
que dejó arrasado
en la cesta de camisas
mordedura casi en
las horas sin sueño
vuelva usted a
prenderlo
y lea las dos
cosas:
en
la portada (—ánguloderecho)
que tratan de
comerse sus heces
por no disponer de
mejor cosa que suicidarse
que otros se dan
cabezazos
las cuatro paredes
de la celda
—Guantánamo
— que tres
casi logran
ahorcarse con una toalla pequeña
y un cuarto con un cubierto de plástico
intentó cortarse
las venas (sin éxito):
“las muestras de
desesperación son tan humanas
como inhumano el
limbo legal en el que se encuentran
los 600 detenidos
en la base naval”.
—las fuentes
consultadas
califican la
operación como un experimento del Pentágono
Hasta ahí. No siga.
Dele ahora la
vuelta a este pliego
papel que en sus
manos puede deshacerse
busque ahora en la contraportada
que acaban de
fabricar (en estados unidos)
un ratón
transgénico
que, aunque
castrado, tiene la espalda repleta de testículos
—capaces de producir
semen en cabra.
Ya sabe usted: De cabra
—y pare de leer.
levante la cabeza y
mire en su hijo
el juego comenzado
a un paso del desastre.
clave sus ojos más
allá de su torso
en el punto preciso
donde acaba la niebla.
pregúntese entonces
por qué lado mejorar
el camino
blanquecino de toda su especie.
Comience / a
hacerlo.
El pacto con aquel que nos nombra subalternos o
substitutos, acepto nuevas denominaciones… está escrito en nuestra mirada, en
el cólera de nuestra mirada delirante de confrontación, interpretosis. “Extensa oscuridad” M. Manrique, “Oscuro azar” E. Kant. Politización
de los umbrales. El relato carnal omiso por el cronista hace desaparecer bajo
el manto expansivo de los significados, los mismos significados, —y pare de leer. Alternancia de vergüenza e indignación. ¿Alterarlo? En el
modo tal vez que el poliglotismo es anterior al monoglotismo. La descripción
debiera, la palabra, debiera evocar la cosa tal cual. El tal cual no es propiedad de la historia. El quid pro quo sí es la necesidad derivada de la historia. La mundanidad
donde el hombre qua/cual hombre es el relato carnal, no un contrato innominado. No
es un derecho político. No es un Absoluto, Hegel, sin vínculos.
Y como creo más en la poesía que en las palabras, seguiré ahora con más de la
materia “Porción del Enemigo”
de Enrique Falcón…
ACTA DEL FRÍO
Los hombres:
despellejados en la
soledad de su nacimiento
De un golpe,
colmando la madera
de la necesidad
Acta devorada
para un socio
escondido.
LLUVIA TEMPRANA
El desastre, la resignación, el deseo de perder para
descansar, no merecen la pena.
Belén
Lopetegui, El lado frío de la almohada
Esperan que te
rindas.
Que devuelvas las
canciones a sus cuartos.
Que lenta y
pobremente
atiborres sus
rincones con cristales
y apartes de tus
hijos la visión de una revuelta.
Esperan que
claudiques
—seas piel, dentada
o marzo.
Que suavemente
caigas.
Que así tu
redención.
No les libres de la
piedra que respira en tus manos.
No les venzas los
ojos.
nada dice
de la lluvia
temprana que va a abatir las puertas,
nada
de ese incendio
intacto y por venir.
la tormenta,
compañero, llegará.
Qué triste manía la de clausurar en un ágora la vida. La irresistibilidad vulnerable intacta para/por inventar ese pueblo que falta, “el
pueblo es lo que falta” Paul Klee.
Aumentan los medios, disminuye la amplitud de vida. El grito múltiple,
políglota sin embargo, lúdica conciencia de comunión, conmoción que acoge el
álgebra inmensurable de la responsabilidad. El pueblo quizás deja de ser masa
para devenir materia codiciada. Disciplinada mediante una cultura que ablanda
la rudeza de lo natural. Los poemas de “Porción…”
no son mensajes de esperanza, no es el mensaje de una caída, son esperanza y caída.
Nombrar lo innombrable, caída. Raúl Quinto.
Caída pues somos nosotros y no ellos los ilegítimos, hoy
sólo la fuerza del poder es legítimo, es melodrama la que justifica, no hay
tragedia. Si la tragedia nos concerniera tal vez podríamos distanciarnos del
presente y de sus prótesis, tal vez así incorporar lo innombrable, distanciar
la oscuridad, el arquetipo cartógrafo de las cadenas significantes. ¿Por qué
tanta clausura, tener-lugar de qué ley?,
¿acaso inculcar la hipocresía, la voluntad de poder en la individualidad? Quizás
un falso compromiso, dentro de una ambición tipo “ya”, aún-no” o “ no-ya, aún”.
Así seguir hasta el eclipse, o epilepsia total. Las organizaciones
gubernamentales, todas, han escrito el fin de la historia. Ahora bien; también hay
cómodos escritores que desde sus torrecitas de control siguen la trayectoria,
el impulso avivando lo fantasmagórico, lo retórico, la arritmia y la atrofia. Y
sencillamente, para romper la especulación de espejos, romper esos espejos que
el capitalismo nos pone delante para transidas urgencias, simplemente, tengamos
que extender el rosto, y ahí romper la simetría de la metafísica. No es
necesario el gesto heroico, revolucionario-consentido, para ganar la
inmortalidad. La inmortalidad es lo pequeño por seguir, por-venir, ahí no hay
sapiencia válida y sí conciencia
crítica. Simplemente hay que ir más allá de la política,
dentro/desde la política y su evidencia. Más allá de la posibilidad del lenguaje
pues en ella se ejerce la exterioridad fuera del ser. El leguaje sólo es
captador de necesidad, de lo evocado, y tal vez ahí en el no-lugar, en la
asimetría de la metafísica el deseo, lo concernible
sea capaz de saciar la necesidad, ocupar el entorno, el miedo. El Pacto.
Dictado Mercantil. El gozo del Poder. El laboratorio en los países endeudados.
España, 2013, —la llaman, paga 40.000
mill. € de intereses… antes, al menos, te daban una tierra que trabajar…
ahora, calma, el tiempo del después…
Y VENDRÁ
Restaurarán tu
casa.
Darán de nuevo a
luz al último de tus hijos.
Digo que existe la
camisa que ya te van tintando.
(Re-
cordarán tu nombre).
So-
bre el palo azul,
una hogaza en paz y
espiga.
Con pañuelos y
arados van a entrar en tu casa.
Levantarán tu
techo:
Volverás a sembrar.
Digo que ya llega
un diluvio sobre el miedo.
Que un hombre tiene
siempre
la edad de su
enemigo.
EL FIN Y LA CAÍDA
Escribo poemas a
dos metros del apocalipsis
-—un día anular —con una hoz de
tierra
en las postrimerías
de mi tiempo de mi mundo de esta edad
sin uñas
escribo poemas,
anillando al amor
como un niño amansado.
juan me acompaña y
hay luz en sus ojos
la misma luz exacta
que no vimos entonces
yo escribo poemas él no suelta mi mano
la tierra se ha
apartado —instintivamente
un poco más abajo
las historias
ya han sido todas
relatadas:
los profetas buscan
agua
recogen pronto sus
agujas
se aprietan en los
patios a esperar el fin de esta tormenta
mi hijo (que ha apretado mi mano)
pregunta si ¿ahora?
yo le digo que
nunca,
en el curso de la
historia del hombre,
había sido más
lícito escribir un poema
(la tierra ha
respirado y
en todos sus
termómetros se acunan los erizos-
los francotiradores
han dejado sus puestos
y en ellos ya no
quedan sino piel y colillas)
todo el mundo sabe,
todo el mundo
espera
finalmente no hubo
el agua que anunciaron los augurios,
el agua que devasta
autopistas y campos:
sino agua de los
tronchacadáveres,
agua nuestra y lisa
de mis antepasados,
agua para el fin de
los días, para el rezo en los colchones
cercados de
plegarias
las historias, en
efecto,
finalmente han sido
ya contadas:
solo yo escribo
poemas, en las postrimerías del tiempo,
empuñando una hoz
que se hinca en la tierra.
mi otra mano en mi
hijo
tiembla con la edad
que aguardan los hombres
y no hay muerto que
hoy no tenga su muerto apretado,
ni su duda de
arista, ni su alivio inasible
la tierra, más
abajo, se achicó sin sorpresas-
hace ya más de dos
horas que callaron las ciudades:
el pan con levadura
ha quedado colmado
y en poco más de un
rato saldrán de los colegios
(de todos los
solares)(de todos sus arcones)
los niños
derramando su empeño de cinturas
todo el mundo lo
sabe,
todo el mundo lo
espera
mientras tanto
contesto
(delante de una
mano que conduce a mi hijo)
que nunca como
ahora
fue más lícito
escribir un poema:
este
poema
que hinco en la
tierra, empuñando una hoz.
: sí, yo escribo
todo esto
a dos metros
contados del apocalipsis
—un día anular
—con una hoz de tierra:
juan (que me
acompaña) ha soltado mi mano
y unidos en la
dicha,
contemplamos sobre
el curso del agua
(juntos) (para
siempre)
el fin y la caída
del Capitalismo.
...porción y cabecero... |
[Porción del Enemigo], (poesía, 136. Ed. Calambur. 2013)
Enrique Falcón
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