-Contra
hoy-
Ahora bien; si lo único que establece un
parentesco entre nosotros, o entre nosotros y hoy es la cualidad del gusto y
para ser más precisos digo el sentido del gusto y el sentido del olfato… aquello
que deja de ser espectáculo para convertirse en asimilación ¿porqué tanto
empeño en solidificar un imperio de imágenes en piel, huella, tanto encono por
encontrar, fijar máscaras en los demás? Unicamente soy capaz de decir que por
hipocresía, por una falta de habilidad tal vez causada por una conmoción de la
finalidad. La frontalidad de la representación. El lenguaje del tacto se ha
troquelado por el tacto del lenguaje, materia estática, racionalidad de
sistema. Ahora mientras escribo en un cuaderno sin embargo se mezcla mi
tuétano, y el olor brillante, acre, de la tinta. Mi monotonía interior se
despereza. Hila una máscara en la que resonar
mi disolución. Mi proceder dinámico no es imitativo. Esta tarde, al bajar del
tren miré a un vagón listo a partir, estaba lleno, no había una sola persona
que no tuviera un móvil delante de su nariz. Propagación a gran escala de un
espejismo. Supongo que cuando atraviesen uno de los muchos túneles que hay en
el trayecto miraran frustrados a su alrededor. No lo digo con maldad pues mi
mente estaba digamos relajada tras una perfecta hora de lectura. No me indigna.
El espectáculo antireflexivo es la
principal armadura de un gran gobierno. “Cuando gobierna
un gran soberano/ el pueblo apenas se da cuenta de su existencia”
tao te ching. Pero entre nosotros, ¿somos conscientes de nuestra existencia? El
sabor no se olvida, el olor tampoco. Son mutación al igual que la lectura.
Generan sentimientos, impulsan, hilo.
Así entonces declarada a clandestinidad la
escritura y la lectura sólo queda recluir, despojar a los alimentos de su
pureza. La nueva generación, la “generación de los aditivos” alimentada por una
caldera de productos reconstituidos, alcalinos, pulverizados, engrasados,
aromatizados, colorados, precocinados, son la política de un agotar la tierra
recargándola con sustancias químicas, y el suministro de toneladas de antibióticos
al ganado y a las aves, y nosotros no les andamos lejos. Me pregunto cómo es
posible que hayamos entregado al enemigo incluso nuestros cuerpos.
En la entrada anterior puse un largo
fragmento de Hannah Arendt de su libro “Sobre la revolución”. Un libro para
leer atento. Hace unas semanas, una amiga (espero que siga siéndolo si lee
esto) escribió una reseña sobre la película de von Trotta. Le comenté que no
veía contradicción por su admiración hacia Heidegger. Pues aquello que más se
le critica al filósofo me parece su mayor acierto. Que el hombre sólo es hombre
por aproximación a Dios, asimilación. Por dios entiendo cualquier cosa. El
capital, una heladera o un tacón de aguja, un dejarse engañar. Le dije que no
doy opiniones, no estoy capacitado para esa rutina mental. Obviamente tampoco
consideré necesario hablarle de lo nocivo de la influencia por ejemplo de Adam
Smith en Hannah Arendt. No era necesario hablarle del fascismo biopolítico en
las teorías de la “producción de seres humanos” por Adam Smith. Está claro que
la superpoblación toca un techo. Esta riada de seres infelices e insatisfechos
condenados y somatizados a la frustración de la posmodernidad, alcanza ya un
límite incontrolable. Tal vez la gente se levante sin ser llamada. Que sea
capaz de despertar y romper la ilusión óptica del sometimiento. Tal vez si nos
contamos. Tocamos. Olvidando las palabras anticuadas y gastadas por la afectación
retórica.
[ Hoy, otro día. ]
Cadmio, un cocinero, introdujo la escritura
en Grecia. La necesidad de registrar la comercialización de los productos para
establecer las reservas para la comunidad seguramente creara así la escritura. ¿Quienes
hoy comercializan con los productos de primera necesidad, con los recursos
energéticos? Los asesinos. Se cambió la bondad de conservación, de preservación
característica del lenguaje por la
demonización de lo natural. Todo es duda y relatividad. La interactividad
ilumina la apatía domiciliaria. Morada amedrentada, sobrealimentada por
códigos, por una cadena de violencias significantes. Paz institucional. Así es,
que en numerosos puntos de este país, no hay uno, si no muchas personas
violentadas al extremo de declararse en huelga de hambre. Se suman a los millones
de personas que en el mismo país viven sin recursos. Pobreza institucional. “ No conocerán otra linde, no hay más frontera que la
pobreza.” Víktor Gómez. Me pregunto si el lenguaje en la mayoría de
las culturas fue introducido por la comercialización, es decir; por hacer
público lo privado o cultivado en la naturaleza, cómo se puede rehacer el
lenguaje desde la pobreza. Cómo se pueden hacer transparentes las lindes, cómo
se hace trashumante la emancipación dentro del ente estatal. ¿? ¿Cómo
desadulterar la tragedia? Creo no engañarme si respondo, si digo que los
especialistas y literatos de turno escriben para un ciudadano arquetipo y no
escriben para el pueblo. Dicen la “indignación” aligerando la revolución detrás
de la pantalla de su ordenador. Ilustradores de la autoliberación, galera de
redentores. Mercadeo de la pasión, y, la compasión (ilusión de padecer con
Otro). Esta tarde me he acercado a la biblioteca… y rescato la siguiente máxima aquí de La
Rochefoucauld… “La fortaleza de los hombres
juiciosos no es más que el arte de encerrar el propio desasosiego dentro del
corazón.” Hasta creerse su propia ficción. Ya no es posible
desenmascararlos, carecen de máscara, son orantes.
Libertad, adaptabilidad, asimilación, culpa.
Frontalidad, frontera.
La pobreza, lo precario, si hablara sería
coro/poema.
No sería racionalizar lo irracional, el
hambre.
Todos somos pobres. Todos necesitamos comer.
Todos tenemos una máscara pues somos personas y “Todo
el mundo es un escenario / y los hombres y las mujeres no otra cosa que actores”
William S. (As you like it), acto segundo, escena 7. Disciplinar nuestro
parentesco será entonces decir quién es el asesino y quién el poeta. Será
recuperar la alquimia e impedir la adulteración de esos farmacéuticos de la
representación. Su arte adulterado se sitúa por encima de la realidad. Justo, a
la altura de su escenario perfecto. Saben que el rostro es portador de voz.
Sabemos que el hambre resuena en la boca.
[ Hoy, otro día. ]
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