19 de noviembre de 2013

CONTRA [ IV ]hoy



-Contra

 

hoy-

 

 

Ahora bien; si lo único que establece un parentesco entre nosotros, o entre nosotros y hoy es la cualidad del gusto y para ser más precisos digo el sentido del gusto y el sentido del olfato… aquello que deja de ser espectáculo para convertirse en asimilación ¿porqué tanto empeño en solidificar un imperio de imágenes en piel, huella, tanto encono por encontrar, fijar máscaras en los demás? Unicamente soy capaz de decir que por hipocresía, por una falta de habilidad tal vez causada por una conmoción de la finalidad. La frontalidad de la representación. El lenguaje del tacto se ha troquelado por el tacto del lenguaje, materia estática, racionalidad de sistema. Ahora mientras escribo en un cuaderno sin embargo se mezcla mi tuétano, y el olor brillante, acre, de la tinta. Mi monotonía interior se despereza. Hila una máscara en la que resonar mi disolución. Mi proceder dinámico no es imitativo. Esta tarde, al bajar del tren miré a un vagón listo a partir, estaba lleno, no había una sola persona que no tuviera un móvil delante de su nariz. Propagación a gran escala de un espejismo. Supongo que cuando atraviesen uno de los muchos túneles que hay en el trayecto miraran frustrados a su alrededor. No lo digo con maldad pues mi mente estaba digamos relajada tras una perfecta hora de lectura. No me indigna. El espectáculo antireflexivo es la principal armadura de un gran gobierno. “Cuando gobierna un gran soberano/ el pueblo apenas se da cuenta de su existencia” tao te ching. Pero entre nosotros, ¿somos conscientes de nuestra existencia? El sabor no se olvida, el olor tampoco. Son mutación al igual que la lectura. Generan sentimientos, impulsan, hilo.

 

Así entonces declarada a clandestinidad la escritura y la lectura sólo queda recluir, despojar a los alimentos de su pureza. La nueva generación, la “generación de los aditivos” alimentada por una caldera de productos reconstituidos, alcalinos, pulverizados, engrasados, aromatizados, colorados, precocinados, son la política de un agotar la tierra recargándola con sustancias químicas, y el suministro de toneladas de antibióticos al ganado y a las aves, y nosotros no les andamos lejos. Me pregunto cómo es posible que hayamos entregado al enemigo incluso nuestros cuerpos.

 

En la entrada anterior puse un largo fragmento de Hannah Arendt de su libro “Sobre la revolución”. Un libro para leer atento. Hace unas semanas, una amiga (espero que siga siéndolo si lee esto) escribió una reseña sobre la película de von Trotta. Le comenté que no veía contradicción por su admiración hacia Heidegger. Pues aquello que más se le critica al filósofo me parece su mayor acierto. Que el hombre sólo es hombre por aproximación a Dios, asimilación. Por dios entiendo cualquier cosa. El capital, una heladera o un tacón de aguja, un dejarse engañar. Le dije que no doy opiniones, no estoy capacitado para esa rutina mental. Obviamente tampoco consideré necesario hablarle de lo nocivo de la influencia por ejemplo de Adam Smith en Hannah Arendt. No era necesario hablarle del fascismo biopolítico en las teorías de la “producción de seres humanos” por Adam Smith. Está claro que la superpoblación toca un techo. Esta riada de seres infelices e insatisfechos condenados y somatizados a la frustración de la posmodernidad, alcanza ya un límite incontrolable. Tal vez la gente se levante sin ser llamada. Que sea capaz de despertar y romper la ilusión óptica del sometimiento. Tal vez si nos contamos. Tocamos. Olvidando las palabras anticuadas y gastadas por la afectación retórica.

 

[ Hoy, otro día. ]

 

Cadmio, un cocinero, introdujo la escritura en Grecia. La necesidad de registrar la comercialización de los productos para establecer las reservas para la comunidad seguramente creara así la escritura. ¿Quienes hoy comercializan con los productos de primera necesidad, con los recursos energéticos? Los asesinos. Se cambió la bondad de conservación, de preservación característica del lenguaje  por la demonización de lo natural. Todo es duda y relatividad. La interactividad ilumina la apatía domiciliaria. Morada amedrentada, sobrealimentada por códigos, por una cadena de violencias significantes. Paz institucional. Así es, que en numerosos puntos de este país, no hay uno, si no muchas personas violentadas al extremo de declararse en huelga de hambre. Se suman a los millones de personas que en el mismo país viven sin recursos. Pobreza institucional. “ No conocerán otra linde, no hay más frontera que la pobreza.” Víktor Gómez. Me pregunto si el lenguaje en la mayoría de las culturas fue introducido por la comercialización, es decir; por hacer público lo privado o cultivado en la naturaleza, cómo se puede rehacer el lenguaje desde la pobreza. Cómo se pueden hacer transparentes las lindes, cómo se hace trashumante la emancipación dentro del ente estatal. ¿? ¿Cómo desadulterar la tragedia? Creo no engañarme si respondo, si digo que los especialistas y literatos de turno escriben para un ciudadano arquetipo y no escriben para el pueblo. Dicen la “indignación” aligerando la revolución detrás de la pantalla de su ordenador. Ilustradores de la autoliberación, galera de redentores. Mercadeo de la pasión, y, la compasión (ilusión de padecer con Otro). Esta tarde me he acercado a la biblioteca…  y rescato la siguiente máxima aquí de La Rochefoucauld… “La fortaleza de los hombres juiciosos no es más que el arte de encerrar el propio desasosiego dentro del corazón.” Hasta creerse su propia ficción. Ya no es posible desenmascararlos, carecen de máscara, son orantes.

 
Libertad, adaptabilidad, asimilación, culpa.

 
Frontalidad, frontera.

 
La pobreza, lo precario, si hablara sería coro/poema.

 
No sería racionalizar lo irracional, el hambre.

 

Todos somos pobres. Todos necesitamos comer. Todos tenemos una máscara pues somos personas y “Todo el mundo es un escenario / y los hombres y las mujeres no otra cosa que actores” William S. (As you like it), acto segundo, escena 7. Disciplinar nuestro parentesco será entonces decir quién es el asesino y quién el poeta. Será recuperar la alquimia e impedir la adulteración de esos farmacéuticos de la representación. Su arte adulterado se sitúa por encima de la realidad. Justo, a la altura de su escenario perfecto. Saben que el rostro es portador de voz. Sabemos que el hambre resuena en la boca.

 

[ Hoy, otro día. ]

 

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