aquí va el balbuceo
tejido tembloroso de un niño…
… para
leer el texto completo de Laura Giordani
“ aquí “
nueve intuitivos para el regreso
imploro abismo y el cálido
invisible, fronda, garganta
insondable espera,
arriesgar el nombre de todos los calendarios
no cesan
de hablar, agonizar con un significado último, mudo
mucho tiempo me he acostado temprano
en cama, el viaje al duelo
inscribe el cerco, el susurro seco del dibujo cifra el presente
y me hace dar
vueltas acá, nítida sombra socavada en un remolino de agua
sombra
terrosa, pasmosa esencia pura de niño ahogado
la abertura del fondo está por decir
fisura que el pájaro-ama mece, muerde desde la
infancia, ladra
inagotable aún por decir la
usurpación que los sobrevivientes acechan
apaciguan cualquier intento
de
inocencia. [cc Rider]
La infancia que nos aguarda
Nueve infinitivos para el regreso
LAURA GIORDANI
Nueve infinitivos para el regreso
LAURA GIORDANI
ELEGIR EL
BARRO, su arrojo en la disolución, ese abandono para que los sauces se sostengan.
Tierra blanda, ofrecida sin medida como la mirada de los idiotas, la ternura de
los cauces. Donde las raíces se estiran hasta escuchar la confesión de los
moribundos, donde las hojas se pudren con el abono de los duelos:
desasidas se hunden y el árbol las mira con esa distancia con que un muerto
mira sus pertenencias.
La revelación no viene de lo alto, sube por los talones, los imanta hacia el regreso, yerra de los meridianos.
La revelación no viene de lo alto, sube por los talones, los imanta hacia el regreso, yerra de los meridianos.
Tocar infancia es tocar al extranjero, al viudo, al
hambriento, condensar la promesa de las palabras con un extremo grito de
bondad. Imposible de orgullo. Fábula, que toca ausencia. Todo lo que se diga de
ella es enredo de zarza y lacera su piel, el despojo comparece como entraña
de un rastro verdadero. La epígonal deriva de un rostro que no duda en alargar
la conmoción para acariciar al Otro, muerto sin embalsamar, muerto que no acaba
de nacer, desborda ingenuidad y llanto terroso que ha de engendrar…
RASTREAR LO QUE RESISTIÓ A LA CRECIDA, su podredumbre (o que gracias al barro no pereció). Con esa materia sobreviviente fabricar una figura que se nos parezca, como quien desteje un abrigo viejo y teje otro con su lana, eso que ellas hacían sin descanso para que lo que nos rodeaba no se desvaneciera del todo. Sus agujas siguen hilvanando algo entre el olvido y nuestros huesos. Ellas, guardianas de esas habitaciones a las que los hombres no entran, abrigando a los recién nacidos y a los recién muertos antes de que se enfríen del todo; ellas, resucitando helechos después de la helada.
Hablo de nacer y no escribir. Hablo de retomar el
vértigo de la corriente hasta colgar en la víspera los brazos, las plumas, el
cabo y el exilio para vestir el agua en mi tierra. Egoísmo de dos brazos
blandos que cruzan el ojo de una aguja, cuando no pasa nada. Salvo tiempo,
nubes, caricia, gente, inquietud. Abstener la mirada de consideraciones
honrosas, admirables. Cegar el horizonte con la zozobra, con el vientre de la
naturaleza, solitaria, subsistir mutuamente…
ESCRIBIR DESENTERRANDO A CIEGAS, el tacto no miente con ese fulgor convaleciente llamado nostalgia: tumba de la que el muerto se ha marchado hace tiempo pero que sigue fosforesciendo en la frente como esqueleto de potrillo cuando anochece.
Desenterrar con las manos y como única luz la de sus ojos –menta-arrancada-del-corazón-, aquel verde in-tacto.
Observé una gran masa gracias a la palpitación. La
angustia indeleble de una masa, adulto, a la puerta angosta de mi dictado.
Sucedemos aledaños. Y contrariamos la ronda de la muerte con flores invisibles.
Más allá de lo posible, engendrar…
ENCONTRAR UN ATAJO MUSICAL A LAS VÍSCERAS, esquivando el habla:
Háblame sin palabras para poder volver
o con palabras que no saben
todavía
esas que guardan la tibieza del vientre
de aquella perra
Los vecinos de los ligustros podados
la mataron con vidrio molido
por escarbar la tierra que apisonaban con celo
por la luz de sus excrementos en la vereda
por sus aullidos de hembra en celo a la siesta
sobre todo
para aplacar esa infancia triturada
que aún les devoraba los huesos
en los días de lluvia
Los adultos siempre escondían algo, guardaban cuchillos o restos de escarcha en los cajones. Decían solidaridad o habeas corpus mientras asaban nuestro corderito, mi compañero blanco de huesos de nube. Cómo creer en su revolución, sorda al dolor de lo que no habla; pero sí creo en la ira de entonces al descubrir la parrilla, creo fervientemente en esa ira blanca que todavía cava pozos en sus jardines: esa sintaxis homicida llamada adultez.
Desconfío de las palabras
de los maestros de las palabras
dame
la afasia de lo blando
la certeza del tacto lo que no finge.
otra vez el tacto
el tacto
digo
algo parecido a ese calor
para saber que regreso
las palabras no me llevan
a ese lugar in-tacto
El entresijo resuena desde las quijadas de la
virgen. Párvulas de súplica, mandíbulas que desvanecen la historia y lo
universal de la propiedad, la última palabra, patrimonio de letrado descarnado.
Mientras, las conversaciones de rama en rama, abnegado consuelo que abarca el
infinito, melodía ahogada de un solo libro. Componer. Compasión. Tentado estoy
a tocar las yemas de su tallo…
DECIR BONDAD hasta que caigan las mariposas clavadas a esa enciclopedia reseca en la que aún buscamos la palabra primavera. (Con el polvo de sus alas y los pulgares entrelazados reconstruir algo parecido al vuelo abolido). Seguir diciendo bondad hasta que todos los clavos caigan y el cuerpo revele su inocencia.
Siempre y cuando. No ahora. Ahora desaparezco. Me
comprometo a desaparecer. Instigo la resistencia. Exhumar el ritual de los
pastores, sus Escrituras. Mirar. Abajo. Racimar el despojo…
Cuando las brújulas confiesen su derrota, UTILIZAR LAS VARAS. Con ellas rastrear el agua subterránea, la gracia sumergida, los juguetes perdidos al fondo del patio. Sólo ponerse en camino si las varas de sauce tiemblan.
Al calor, la semilla demanda la reptación…
ROMPERSE EN EL REGRESO, sin ocultar toda la indigencia que sobrevino. Trepar por sus rodillas-de-pan-endurecido hasta que calcio primero y último se confundan en la luz terminal del durazno.
Vuelve. El sufrimiento se olvida. Vuelve. El
sufrimiento asiste, revela. Vuelve. El sufrimiento, la trashumancia del que
apenas habla o habla bajito por temor a que lo entiendan. Inmutable. El tejado
del rascacielos abriga su danza. Contiene su indigencia. Su falta de ideología
mella la representación…
NO CREER A LOS ESPEJOS cuando nos llamen por nuestro nombre o digan caducidad; no somos esos que se dibujan en su agua mercurial con las respiraciones contadas.
Hermanar árbol y orilla en el interior para acoger
al hijo. Alba. Albergar. Secreto sin sacrilegio que habla por nosotros, por ti,
por mí. Por todos nuestros enemigos...
EMPUJAR LA PUERTA de esa habitación que los hombres clausuraron y ver a mamá cambiando los pañales a la abuela, siguiendo el hilo de su conversación extraviada, la viejita le llama mamá y algo parecido a la infancia vuelve a poseerle las mejillas. Anda perdida, canta canciones de otro tiempo: “vaga sola en el suelo pampeano, una loca de lánguida faz”. Una sustancia invisible viaja entre sus manos y algo indestructible enhebra sus cuerpos.
Quizás ir a ciegas, tanteando en el aire, ir descalzo, ir desnudo. Acariciar lo rígido y lo tierno. Dejarse amar. Saltar. Un abrazo
ResponderEliminar…hacer de todo paso un primer laúd, asomar la música lejos de los hábitos de la vestimenta… así es querido Darío. Sigo pensando que le damos demasiada importancia a la visión haciéndonos torpe vestimenta, incapaz de destrivializar lo nimio...
Eliminarabrazos
Siempre el limite de lo sublime en un tiempo que todo ha devenido sublime: no se trata de re-presentar sino de presentar. Incluso cuando el re- es solo un intensivo de volver a presentar como en el teatro. Somos idealistas, cartesianos, creo que tendríamos que devenir más Spinozianos o Merleau-Pontyanos.
ResponderEliminarCuando las palabras se nos escapan,
arrastrándose, moribundas , balbucientes,
intentando que cada una dibuje, un lugar, a salvo de algo.
Una tras otra, necesitándose en la huida, para no caer en el abismo; las palabras se encadenan
en el vacío de la hoja en blanco; vacío confortable. Sublime. Lo sublime,es la distancia irrelevante, que nos ponemos, para no tropezar con la realidad. Tan irrelevante, que nos produce cosquillas en los ojos y un “animo tranquilo”.
Siglo XXI.
A mi que tanto me gusta cantar, me debo al grito y al silencio.
A la torpeza de amar; en estos tiempos de crimen manifiesto:
cantar más ancho, nos toca;
más fuerte golpear...
Pepe barranco
…Pepe, cantemos para desheredar la costumbre y la paternidad legisladora de la razón, aquella donde el pentagrama es la división inmóvil de lo sublime. Hay que poner en duda la posesión y por tanto la familiar imagen de que entre “pensamiento y palabra” solamente hay solidaridad, mito, aún contradiciendo a Merleau-Ponty… (del que este año he comenzado un libro pero todavía, creo, no estoy preparado para estudiarlo). La genealogía de la representación trata de soliviantar lo previsible y legislar la institución. Romper los términos sublimes con la traza de lo cotidiano podría ser un comienzo.
Eliminar// Escribir “estrella” mientras se estrellan
tus ojos en la acera
o “árbol que te calzas ciego
al declive seguro de la savia”
y una selva cae
como si nombrar bastara
como si tu sangre estuviera
en este simulacro de vida que es el poema
una vida hecha a medida
sin estridencias
tu dolor hecho
estrella de baja intensidad /// Laura “Materia Oscura”… abierto al azar y no tan al azar he ojeado, estrellado mis ojos en un libro de Spinoza (ética) bonito nombre para un libro. Pero me temo que sus definiciones están demasiado ligadas a un instinto de posesión, límite, demasiado humano de acuerdo, pero… tanta necesidad, tanta mordedura, tanta danza de universales abstractos nos han ocultado el sol. Cantemos aunque no obtengamos felicidad, cantemos aunque el amor no esté esperando al final como en un bello cuento romántico. Desbordemos el límite de la genealogía. Según Kant la ética es anterior a cualquier ontología. Golpear nos toca, o más bien, seducir el golpe y el abismo en cada hombre, no de todos los hombres…
“Cien hombres, juntos, son la centésima parte de un hombre”
Antonio Porchia
… gracias por pasarte por esta casa Pepe, agradezco tus palabras en la hoja…
Leer a Laura, entrar en la oscuridad, tantear, no saber por donde, extraviarse en algo que no se puede o no se sabe nombrar, ese balbuceo precario que en el silencio nos toca.
ResponderEliminarGracias por traerla.
Un beso
…algunas personas saben extraer sendas comunes allá donde no pensábamos, allá donde todo era colectividad ciudadana, reflejos alborotados a los que teníamos que… tal vez seguir o estrellarnos. Allí en ese no-lugar está o más allá, Laura, más allá del tiempo y por tanto de la contemplación… “balbuceo precario” …pues ama. Vuelve sobre sí y es apertura para/con la intimidad. El lenguaje y la poesía (son una locura) pero en voz de Laura lo son menos; es profundo, no trata de poseerlo…
Eliminarbesos María
Densidad de las palabras para expresar la tibieza, el tacto, la blandura de la tierra húmeda dispuesta a volver a tejer, el cuidado, las habitaciones donde no entra el pacto y en las que escuchamos canciones que vienen preñadas. Curiosa esa fuerza de algunas palabras para insistir en hablar de lo que es más calor y flujo. Las palabras se entregan y rinden para así poder decir. Qué extraña esa densidad de la palabra cuando, se dice, lo que busca es la rendición. Hermosos los textos de Laura Giordani y tus propias anotaciones.
ResponderEliminarSalud
…indomesticable ternura que no deja el hogar hasta hacer rendir/ hendir en el encuentro con lo diminuto una bondad, justa, habríamos por ello tal vez… intentar dejar las palabras en el tintero. La sintaxis no, lo (sin embargo) blando que re-liga las palabras más allá del ser, de las personas como una colectividad que se ofrece panóptica, que se entrega sí pero para absorberse, no absolverse. Extraño. Pero no para aquellos que se manifiestan en el momento de decir, existir en el habla, y exteriorizar. Aún soy un niño, aún ando a tientas pero quiero andar, acompañar… en este no-lugar a Laura como a ti, y a mucha gente otra que no han sido en vez de…. Me refiero a los fabulósos fenomenólogos y deconstructores y estructuralistas e irracionalistas de los que apenas he leído. De vosotros viene la fuerza, lo frágil e infinito. Confirmar el abismo tal vez, sin éxtasis, sin asombros.
EliminarUn abrazo amigo.
“No tanto por generosidad - no es una decisión moral – sino por desmesura ontológica: el ser-sea lo que sea- nunca se ajusta al texto.
ResponderEliminarY eso, el texto-todo el texto-, si es texto lo sabe”
Hacer de cuerpo “obrar”. Bataille ya decía que la escritura era mierda excreto. Que el animal humano, era un tubo- un gusano- tubo: boca- estomago-ano y que nuestras palabras y escrituras,respondiendo a tal morfología es excremento. En las aldeas africanas con los excrementos de las vacas modelan su chozas, haciendo más habitable la dureza de sus vidas.
Cuando soy zozobra, no quiero zozobrar, no es un “valor” sino situación devenida por el camino o por la decisión tomada.
Cuando barro, polvo cada día, polvo y agua mezclada, fango; trabajo para ser aire y arena que libere de fango mi rostro y los rostros y las manos enfangadas de los que vivimos en el fango.
Cuando desterrado de la infancia, de este mundo,busco lugar de reposo, aunque solo a ratos, lo pueda;;y aprenda la ternura que desde siempre nos robaron a los sin infancia.
Nacido solo quiero vivir, aunque vivir querer vivir, pueda llevarme a la mortaja de la escritura.
Soy tacto contra la nostalgia, porque el tacto inunda sin ahogo lo que voy deviniendo;
en el fulgor verde incandescente del arder de la luciérnaga.
No hay lugar in-tacto, pero si in/forme “como un origen en retroceso de la forma”:
“Forma informe y lineas tejidas sin sentido que seguir ;
que me miran, he interrogo, sin concepto,en inacabado decir”.
Soy siervo, por ello, puedo liberarme, aunque nunca solo, solos; sino en común..
Inocente, “inofensivo el que no mata” “La pulsión de muerte tiene que ver con la exigencia de matar aquello que nos mata”
Quebrar(se) sin pose y sin posesión,sin propiedad.
“EMPUJAR LA PUERTA de esa habitación que los hombres clausuraron”(...)
¡Feliz 90 cumpleaños!
( como un disparo).
“Pepe, si no fuera cobarde,
ya hubiera acabado con mi vida”.
Mirabas perdida sin objeto.
Ida, al fondo sin nombre,
insondable de las cosas,
donde temblaba el vacío de tus manos.
Ya nada te retiene,
y el final lo presientes,
en el quieto vuelo de un tiempo sin medida,
que atraviesa de parte a parte, tu ultima estancia.
No apartaras tu mirada cuando recibas,
el instante envenenado del disparo
y en tu cuerpo, la herida:
Mama...
Y por el tacto conduzco los incendios que me exeden.Un poco más de excremento para alisar las paredes de esta blog
Bien venido de nuevo.
joe
…hola de nuevo Joe, el texto… el tejido puesto a prueba en esta entrada inserta el agravio, el terreno que nos toca. Más allá de una zozobra de sufrimiento o zona eucarisiástica. Empujar la puerta con el tejido. La experiencia sólo es siendo, recorriendo. El resto es superstición añadida a la cara del niño para que valla aprendiendo a esconderse y a “Romperse en el regreso…” o acate la reproducción de las oligarquías dominantes. Al niño todo le habla hasta que se le adiestra en los ojos del adulto. De ahí la marca tal vez de la nostalgia y la (im)posibilidad de sobrepasar la representación. “Empujar esa puerta…” es simplemente eso, empujar, sin dogma, la representación…. no sabría si por desmesura ontológica o por un intento de existir lejos del ser, sin amén, sin intimidación a recoger el excremento sacro de una intimidación de “conducto”… es decir; sin genealogía.
Eliminar…celebro el color de tus entrañas joe, nos alimentamos de la tierra, y la tierra se alimenta de ellos…
Según la propia Laura: "Buscar esa palabra que pueda mirar de frente la belleza, lo que hay de celebratorio en la existencia para no quedar ensimismada en esa luz; palabra que no dé la espalda al dolor del mundo sino que se agache, se abisme y tiemble. Hacer visible lo invisibilizado. Y no se trata solamente de esos grandes males que asolan a la humanidad; son también los pequeños holocaustos cotidianos, las omisiones repetidas, lo minúsculo dañado por nuestro paso (la materia misma del planeta está sufriendo), nuestras violencias diarias".
ResponderEliminarTambien según ella, y con lo que estoy totalmente de acuerdo: No hay nada demasiado pequeño o insignificante para ser poetizado o puesto en relación radiante con nuestra propia percepción a través del lenguaje poético. Y si eso sucede, deberíamos cuestionar más bien nuestra propia miopía, la falacia de la separación, la ilusión del que habla de forma aislada y repite “yo” como una superstición o una manera de declarar su ceguera."
Me alegra leerte çç
Un abrazo
…creo que era Balzac que decía de sí y de los escritores que se debían a una responsabilidad. Algo así como aquellos seres sensibles que saben poner en fuego el esqueleto de las palabras pero para alguien, y no crear más ilusión. Es decir, no solamente experiencia o conciencia, sino intercambio de la experiencia y conciencia aunque sean “nuestras violencias diarias”. Un círculo abierto, obra a disposición de./
Eliminar…”no hay nada demasiado pequeño o insignificante para ser poetizado…” el problema estriba en que la ceguera, la imposición pongamos por caso en la poesía de la glorificación de la muerte en oposición al nacimiento, imposición que solidifica una gramática; una tradición y un paternalismo basado en que en la experiencia se da en “las apariencias cambiantes”(Platón). Olvidando que el lenguaje, su aparición poetizada no es una evidencia, no es, o no debería ser una representación si suponemos la poesía como gesto, un primer signo para otro como intercambio y no, discurso o retórica; esto que hago ahora aunque no a gusto. Pues hablar serio no me es ni por asomo gozoso…
…en todo caso disfrutar la poesía de Laura adviene sin cálculo, no hay reproducción. Sus líneas en fuga permitieron, permiten que …posemos en ella el desaliento y mermar el dolor tal vez…
un fuerte abrazo, y perdón por la demora al contestar pero no tengo internet y….
La poesía de Laura Giordani, se sostiene por ella misma.
ResponderEliminarHay veces que los cuerpos entrelazados rabiosamente, amorosamente, parecen que estén en lucha callejera o sobre la lona de un cuadrilátero. Tal idea se convierte en visión en muchos cuadros de Francis Bacon, los cuerpos pierden sus limites y no hay espíritu capaz de ordenar(los).La lectura atenta puede no responder a lo dicho, sino ir paralela y acompañarla: vamos de la mano acojo la lectura y en vez de responder, (co)rrespondo. Es verdad, en una florecilla se encuentra el infinito: lo infinitamente pequeño que amo, pero también la nada; la fragilidad de ser seres finitos...
Tal vez por ser un recién venido a lo digital, no sepa sobre los códigos internos que los sostienen,estoy más relacionado con la democracia asamblearia, con ver los rostros y los gestos.
Espero no haber roto ninguna norma de conducta.
Joe
… querido Joe, así debe ser, los códigos internos aquí están en la complicidad, en la re-flexión y fuera de cualquier compostura, conformar lo comunicable que no la comunicación es mi humilde propósito. Es decir; no existe la “autoexclusión”. Todo es alusivo inclusive el silencio. Me he acercado al bar para poder responder vuestros comentarios. A una entrada, improvisada lejos de cualquier asamblea… de los que te aseguro no tengo nada en contra y Laura seguramente tampoco. Seguro que ella está bien perceptiva, perceptible… a lo que aquí se pueda leer hoy, mañana….
Eliminar…abrazos sin salvoconducto Joe.
gracias por esos textos que dialogan y tejen nuevas geometrías de hospitalidad. Como raíces que se prolongan, en una tierra así de blanda y amable siento que hundo los pies, aquí en tu casita cc_rider. Aquí se quedan los infinitivos, secreteando con la infancia común. Gracias a todos, de corazón. He quedado sin portátil, ando muy lenta en respuestas y demás. Un abrazo de árbol.
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