Aquí os dejo un obsequio de mi querido Darío Ruido. Nomadología de un
animal que nos observa desde la hondura de su propia voz. Vértigo que deshace
la esencia. Suprimir tal vez el feudo inalienable del gozo para metamorfosear
la existencia. Su acento duro, frío tal vez…
hasta que se deshaga tu/su voluntad en nosotros, amor aquí desde el primer instante de vida. Antes de la primera palabra. El verbo/lengua. La consigna de un diario hasta nuestros días, noches, y me doy cuenta, que este resplandor frío…
hasta que se deshaga tu/su voluntad en nosotros, amor aquí desde el primer instante de vida. Antes de la primera palabra. El verbo/lengua. La consigna de un diario hasta nuestros días, noches, y me doy cuenta, que este resplandor frío…
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“Ay si se desespera de lo posible, pero ay, sin embargo, si
se mata el temor, si se muestra una excesiva seguridad, si se priva del
peligro: en efecto, el amor “es una flor deliciosa, pero es necesario tener el
valor de irla a recoger al borde de un abismo espantoso”.
Remo Bodei – Geometría de las pasiones_________________________________________
Al final el amor también acabó por caer en las garras del
miedo. La miseria de la lucha territorial, las exigencias de seguridad y en
cierta forma, una corrección política de orden conservador.
Si los gatos demarcan lo propio para que lo externo no lo
vulnere, en el amor se le marca al “otro” su límite, su espacio matemático e
inviolable. Inviolable para él, es él quien no puede transigir la demarcación,
no yo. Así, queda absolutamente vedada
también, la posibilidad de que lo externo “se haga” con lo “nuestro”, que
acceda al espacio determinado, y, precariamente, oculto mi miedo. Un doble
movimiento artificioso que anula el deseo, pero además, interrumpe el avance de
lo “extranjero”.
Es el mismo “rinconcito”-territorio que nos otorga la
posmodernidad para que de ninguna manera “aspiremos” a otra cosa. Los sujetos
con “deseo” son peligrosos, atentan contra la “seguridad” de quien tiene el
poder y la palabra. En el amor, contra mi interés. Para eso es necesario
arrinconar la amenaza. Un deseo que quiere anularse implica un deslizamiento
semántico que nos hace ver un riesgo como “amenaza”.
“Cuando una categoría selecta de “extraños” es expulsada de
hogares y comercios, el aterrador espectro de la incertidumbre es exorcizado
por un tiempo; el horripilante monstruo de la inseguridad es quemado en efigie.”
Zygmunt Bauman – Amor líquido_________________________________________
Ciertos animales se ovillan sobre sí, para conjurar su miedo
y protegerse. En el amor hacemos ovillo con la vida del otro, una bolita
intrascendente, para que nada escape a nuestra política de control. El ovillo ya
no es protección, sino figura del sometimiento, de la humillación. No se hace
ovillo sobre sí, sino que yo lo hago “mi ovillo”, del cual conozco su más
mínimo movimiento, todas las oscilaciones pulsionales.
***
Se ovilla el
oso hormiguero
cuando huele
el peligro – lo huele –
y tiene
miedo,
las piedras
permanecen
mudas
frente al
viento al rayo
rumiando
solas su miedo,
se alborotan
las hormigas
y pierden el
orden y el juicio
las
desquicia el miedo,
los hombres,
en tanto,
erigen
ciudades y muros preventivos
para dejar
afuera
todo aquello
(aquél)
que les depare
miedo.
***
El amor, atado a una dialéctica liberal en la que la
propiedad y la acumulación de poder sobre lo amado, el derecho y la obligación
son términos categóricos, se limita a la constitución de una sociedad formal
dedicada al incremento del capital material – el cuerpo del otro incluido -, y
en el que la obsesión por la seguridad deriva, desde todo punto de vista, en la
petrificación emocional, en la aplicación de políticas como el control y la suspensión
de la vida privada de los socios.
Se omite por acostumbramiento, que en la base de esta
concepción se agazapa el miedo. Miedo a perder el amor del otro, su
condescendencia, sus servicios, su compañía, su favor. Es el miedo la “pasión”
que ruge ya la vez morigera para que el amor vaya convirtiéndose lentamente en
una institución glacial. Perimida la ternura, el temor que nos es innato como
seres de piel, frágiles, rompibles, desterrado el celo como la materialización
dulcemente dolorosa, queda una estructura insensible a la ciclotimia amorosa.
En beneficio de mi “tranquilidad” lo que se debe conjurar es
el miedo y para conjurarlo, es necesario obturar todas las vías de escape del
amor, del amado. El control de la correspondencia, la inspección diaria de
llamados telefónicos, el cuestionario policial y desquiciado, y si es
necesario, la persecución. No dejar “ser” al otro fuera de mí. Acosarlo,
rodearlo, hasta cansarlo e incorporarlo como una más de mis propiedades
inexpugnables. Si socialmente el miedo es miedo a la muerte y se trabaja para
postergarla, en el amor el miedo puede llevar incluso a desear y acelerar la
muerte del amado.
Irrumpir en los “sentidos” del otro. Regular su mirada, su
tacto, su sabor, su oído, llegar hasta lo más hondo si se puede. Qué siente qué
le provoca atracción. Esta política no tiene otra intención más que anular el
deseo, y es imposible anular sólo alguna de sus direcciones. Si se abole el
deseo, no queda nada. El deseo no prende
de gajo.
Sitiar la superficie de sensaciones del otro, es condenarlo a
un destino de piedra. Sin raíz sin piel. Se dispone una maquinaria de
interferencia con todo el afuera que amenaza, y adentro, a la par, se endurece
la recepción del estímulo. Corazón coraza, caparazón exenta de estremecimiento.
Derogamos al amor como sensación y sentimiento, para transformarlo
en una entidad capitalista, que, atravesada por el miedo a ser desposeída, centra
su obsesión en los devenires del aberrante verbo “tener”. Ya no hay amor, no se
ama al otro con todas sus virtudes y defectos si primero no se lo “tiene”. Y si
no se lo tiene hay que intentar tenerlo, y si la posibilidad de tenerlo es casi
cero, también se lo puede arruinar, porque en definitiva, se impone lo atroz de
que si “yo no lo tengo no lo puede tener nadie.”
El establecimiento de un territorio acotado para el otro es
la consecuencia directa de mi miedo, de mi imposibilidad de manejar el miedo
como propio, para adjudicárselo al “otro” que en su flujo de deseos “me”
amenaza con dejar-me en la ruina, es decir sin su amor. Desprotegido. Para
evitarlo, hago uso de las garantías que me otorga la cultura. “Cuidarlo en el
amor y la enfermedad”. No desear.
Logro aislar lo “amado” de todo deseo, esto es, de cualquier
posible desviación con lo fijado por la norma, fidelidad y lealtad. No hay
puente, ahora mi amor es una isla sobre la cual gobierno y decido, para escapar
tendrá que saltar, casi un suicidio, saltar al mar. Todo lo que no es rozado
por el deseo está a salvo del miedo. Mi amor es una isla de la fantasía, pura
seguridad.
***
“Y extremando, podemos proponer que no hay rebelión sin
desplazamiento constante, que si los flujos se detienen y los cuerpos se
inmovilizan, no hay subversión de orden. Nomadismo:
no estar quieto, inmóvil, acotado, a la espera. El constante movimiento, que si
por un lado impide el control en la forma de vigilancia o encierro, por el otro
desgarra el bordeamiento institucional de los sujetos.”
María Pía López – Mutantes/Trazos sobre los cuerpos________________________________
Para saltar en el amor, hay que saltar hacia atrás y restablecer
un nomadismo amoroso que desmonte el orden de la posesión, del dominio, del
bien privado que me estabiliza como ser. Una cierta lógica vanguardista, una
dinámica incesante de creatividad e inconformismo.
En cierta forma, es necesario dejar todo (casa, riquezas,
familia) y seguir a un Mesías. El amor no puede ser una patria, no puede ser un
territorio adjudicado a una raza o a un tirano. El amor es desamor por el
patrimonio, por la transacción, por la inversión garantizada. Es la tierra
prometida nunca alcanzada. El amor es siempre un horizonte. Está, es
maravilloso, pero no se lo puede tener. No hay isla de las fantasías. La
seguridad es una utopía.
Asumir el miedo es asumir nuestra única certeza: la
fragilidad. Tener, es un artificio liberal que nos lleva a adoptar la conquista
de espacios y el incremento patrimonial como objetivos inmediatos absurdos.
El amor sólo puede entrañar un tipo de ternura, tal vez la de
ovillarnos juntos en la dicha, pero también sobre uno mismo, uno solo con sus
miedos, una forma de guarecerse con este cuerpo tan quebradizo. Porqué no, la piedad de ir a ovillarse con
aquel que sin saber que nadie tiene nada nunca, imagina que ha perdido
demasiado en la ruptura.
También marcar territorio, pero mi territorio, el territorio
en el cual se mueven mis deseos y mis miedos. Yo no puedo dominar los deseos
del otro, ni sus miedos. No al menos de una manera que implique la
consideración de su existencia y su soberanía.
***
Todas, casi sin excepción
me dijeron que yo
era
el “ amor
de su vida ”
y todas, sin
excepción,
se fueron –
decepcionadas -
a decirle el mismo
heptasílabo
a otros amores,
yo me quedé con mi
amor, el
flujo,
que no deja de
amar, sin excepción,
pero que no sirve
como cuerda de
atar,
y esta apatía
de canciones
francesas
atravesada en el
cuero.
***
Hace mucho que leo a Darío. Probablemente el suyo sea el blog que más tiempo(y constancia) lleva conmigo. Siempre pienso que la argumentación es uno de sus grandes fuertes y me lamento de que no suba más textos en prosa, quizás porque a menudo me sorprende(a veces me divierte, otras me desasosiega)su visión, él, que no se siente nada especial, en realidad está lleno de particularidades. Y claro, comienzo a leer un texto como este, y no puedo evitar sonreirme, porque es tan Darío. Impecable y con alguna pincelada de poesía. En El Segundo Sexo, Simone de Beauvior exponía que el origen de la monogamia y el amor romántico está unido al surgimiento del concepto de "propiedad privada". A la necesidad del hombre de trascenderse a través de sus hijos que continuarán su legado. Para perpetuarse hay que legar, pero antes hay que asegurarse de que se haga a través de los de la misma sangre, y ahí es donde entra la monogamia.Y ahora pensaba en la lógico de que si en el origen del amor está el concepto de propiedad privada,este acabe por regirse por las mismas leyes. Y me sorprendo al encontrar en ese nomadismo que reivindica Darío el colofón perfecto de su argumentación...Esos tres versos del último poema...ay...Un abrazo para ambos
ResponderEliminaryo me quedé con mi amor, el flujo,
Eliminarque no deja de amar, sin excepción,
pero que no sirve
como cuerda de atar,
y esta apatía
de canciones francesas
atravesada en el cuero. “
…lo peor que le ha podido pasar al “amor” ha sido la palabra. La palabra redonda hechizada fetiche, acomodo. Y tal vez el verdadero poeta áquel que no sabe enorgullecerse de su hallazgo desatado sea el mejor inquieto inquilino. Se enfrenta y persevera en el cuerpo. Horada las tupidas túnicas de autoengaño. O en palabras de V.Holan “ya que existe tanta realidad desesperadiza/ que el fantasma se ha convertido en esperanza…” Afirmar, impugnar la intuición hasta llevarnos a nosotros mismos, amar. Aquí sí la misma sangre. Perecedera y constante. Frecuencia y resonancia. Hace tiempo que también sigo a Darío y es maravilloso romper la trascendencia (ese mal tan occidental) en su compañía...
Apertas irmanciña!!
No conozco otra palabra más adecuada que "gracias". No conozco muestra más desmesurada del amor que el pequeño gesto. Este gesto. No conozco nada más arrasador que abrir la mano, que abrir la puerta, que abrir. Gracias, a vos, y a la tarada que comenta más arriba.
ResponderEliminarNada de gracias. Es un placer sentir aquí tu texto rompiendo el narcótico comunitario de la autocomplacencia. Hay que leerlo, releerlo. Al igual que creo que no hemos nacido para morir, también creo que no hemos nacido para amar, es decir; el pequeño gesto contra la muerte, contra el amor. Contra el sedentarismo oponer la sed. Así creo mucha gente llega a ti. Flujo. Fragilidad. Voy a traer un fragmento de una isla cercana. [“La fragilidad de la intimidad. De mi intimidad si hiciera falta marcar posesivamente al concepto y a su amo. No me pregunten qué entiendo por intimidad porque solo sé balbucear cosas como "eso que me duele a la altura del pecho", " aquel rincón en el que todo pasa como en otro tiempo", " lo de más adentro, en el corazón de las mentiras".] L.
Eliminar… la adecuación resulta por lo menos improbable. No somos criaturas medianamente racionales. Baste quedar un segundo quieto y sentir lo impuro. La profundidad llegada de las regiones del pasado, el mapa que rompe el calco, o debería romper la reproducción. La redundancia de poseer. Pero bueno; ¿qué decirte? Como dice ahí Alba, usted tiene el “don de la precisión” y yo, me temo que… como más a gusto me siento es alejándome de lo que digo. Esta noche cuando me tome unos vinos con la tarada que comentó ahí arriba procuraré hacer un brindis por ti.
Salud!
Querido Daniel, tu casa se está convirtiendo en esa casa donde siempre van a parar los amigos porque la lumbre es viva y da calor. No dejo de sonreír. Vengo, la puerta siempre está abierta, paso, os encuentro, me pongo cómoda...
ResponderEliminarYo creo que Darío tiene la capacidad o el don de la precisión. Va directito donde las llagas humanas, donde las fallas, sin rodeos. Si se lo propusiera, tendría material más que suficiente para compendiar una galería de retratos de lo humano, con todas sus bondades y, sobre todo, con todas sus miserias. Porque yo creo que ese es otro de sus dones: decir la acidez que nos corroe por dentro y que, tantas veces, tendemos a ocultar, a disfrazar con buenos y loables sentimientos, como si en la vida todos fuéramos los santos que él nos demuestra que no somos. Nadie. Sin excepción.
Este texto y el poema desmitificando el amor que, de atrás y atrás, nos vendieron siempre con papel y lazo de celofán, son dos regalos, pero sin lazo ni papel, directamente desnudos, descarnados. Y a propósito del amor nómada y sin patria, y de Darío, y de "la tarada que comenta más arriba" (más recientemente a Vera y recuerdo que hace mucho en algún poema de Darío), a ambos, les dejé esta cita de Anne Sexton de su libro "Vive o muere" que yo siempre tengo muy presente cuando me atrevo al vértigo de vivir o escribir el amor:
"Busco himnos poco difíciles
pero el amor no tiene ninguno"
Ni las canciones francesas duran para siempre, eso ya lo ha dicho él.
Abrazos muchos para los tres.
…hola pequeñaColosa… casa errante quisiera para/con otros/vosotros, donde indagar el encanto y la ilusión para no sufrir la repulsa sensorial de lo exterior. Ya no es casa, no tiene puertas. Traemos sed, rumiamos la sed. Desplazar, abrir el silencio y los cuerpos celestes hasta sorprendernos tal vez voz. Cada cosa desde su despertar. No la “experiencia” que desprecia la experiencia que arma. No un amor como ideología, esa que transforma y nos acicala como sujetos, ellos inseminan, ellas engendran. La herida al sangrar no deja de ser herida, no deja de ser lineal, horizonte. Sin embargo si nos alejamos de toda esa vestimenta de “amor/palabra descarnada/encarnada” quizá podamos ver las estrellas dibujadas en nuestros cuerpos, dándonos la bienvenida, ajustadas al ángulo que une lo interior y la acción de vivir. ¿Vértigo?. Sin ese riesgo no merecería la pena vivir.
Eliminar…un fuerte abrazo amiga.
A Alba, no la conozco, pero llegar aquí y encontrarme juntos a Daniel, Darío y Vera, me produce una sonrisa de esas que quizás no se ven en la cara pero que nacen dentro. Es quizás como dice alba, llegar a una lumbre siempre viva, a veces incluso demasiado caliente para la cortedad de mi compresión, sentir un poco u cierto abismo o vértigo por lo que leo, que siempre cala o deja huella. El amor, el desamor, qué difícil querer plasmarlo o hablar de él, que es el amor sino un volcan de deseo y miedos, en que queda el amor cuando perdemos ese deseo y ese miedo?, en nada, en una isla vacía que se consume con cada ola que llega. Cuanto más lo cercamos, cuanto más lo poseemos, menos es, menos nos provoca y nos mueve. Querer tenerlo o dominarlo, poseerlo y controlarlo es como echar agua a esa brasa ardiente y apagarlo. Qué mejor sensación que sentir que es algo que no controlamos, algo que nos recorre desde los pies hasta la nuca produciendonos esa sensación de desconocimiento, de asombro y de necesidad ardiente de sentirlo al abrir los ojos. Y qué lejos está de nuestra verdadera naturaleza que simplemente pretende cogerlo entre las manos mientras lo apagamos.
ResponderEliminarUn placer, aunque hoy resulte tan cursi esa palabra para la gran mayoría pasar y reposar en esta casa y un placer leer a Darío en esta casa.
Un abrazo para todos.
Cualquier elemento que queramos poseer sin conciencia de sí, y de uno mismo, y desde el sí del elemento carece de actualización. El amor o como queramos llamar, es lo más parecido a nosotros. Sin más. La expresión de lo que somos. Así que aquí tal vez difiera y exponga mi opinión personal en cuanto a sí puede ser controlado; aunque no poseído. Tal vez si del heptasílabo, “amor de su vida” arrancas el posesivo, así de sencillo, encuentras un número bastante más libre y menos dominante. Pero bueno, nunca me gustaron las cábalas, es un no parar.
Eliminar…Carmela, te confieso algo, me gustan las cosas cursis cuando son sinceras, no podemos escapar de nuestra pequeñez, lo cursi dobla tanta seriedad y nos salva a veces de la oquedad de ciertas pretensiones… /el placer como cursi, si digo ahora tengo una erección escuchando un solo de Stevie Ray Vaughan, y…
abrazos para ti!!
Aproximaciones abiertas con palabras prestadas.
ResponderEliminar1
Entendámonos sobre la palabra "deseo": atracción que nos lleva en dirección a ciertos universos y repulsión que nos aleja de otros, sin que sepamos exactamente porqué; formas de expresión que creamos para dar cuerpo a los estados sensibles que esas conexiones y desconexiones van produciendo en la subjetividad.
2
Nomadismo:
Hay viajes inmóviles, viajes en intensidad, y hasta históricamente los nómadas no se mueven como emigrantes sino que son, al revés, los que no se mueven, los que se nomadizan para quedarse en el mismo sitio y escapar a los códigos.
3
No ser sujetos a identidades:
Si el sujeto de la comunidad no es ya el “mismo”, será necesariamente otro.
No otro sujeto, sino una cadena de transformaciones que no se fija nunca en una
nueva identidad.
1)Suely Rolnik
2)Anti Edipo: Deleuze
3) R. Esposito: Comunidad,inmunidad y biopolítica.
Sobre el amar
Amar es amar contra el amor. Pensar es pensar contra el pensar. La primera es una victoria contra el Uno, la segunda una victoria contra el orden. La unidad del orden. La ordenación del Uno
*
El amor corre el peligro de quedar encerrado en una vida privada. El pensar corre el peligro de ser sentido común.
*
El amor y el pensar, en realidad, no existen. Lo que existe son momentos de amor. Momentos de pensamiento.
*
Amar y pensar no tienen nada que ver con la felicidad.
*
Ni pensar ni amar dan sentido alguno a la vida. Si lo dieran es que no son amar ni pensar.
*
Si me temo, si temo a mi querer vivir,¿de cuantos peligros no voy a tener miedo?.
*
Amar y pensar: aventuras sin consuelo.
Del libro: Amar y pensar. S. López Petit
Joe
No me extraño. Pero este fin de semana pasado hice un pequeño viaje y en vez de llevarme el libro empezado “Mil Mesetas” Deleuze Guattari (demasiado grande, en múltiples sentidos) me acerqué a la librería y compré un fabuloso libro de Petit. Del que tengo extraer para próxima publicación algún fragmento completo. En cambio, respecto al “deseo” te acerco unos fragmentos aquí, de un libro que me ha dado una gran sacudida. Que he leído sin pausa y sin duda, tendré que volver a leer. y bueno, ambos coinciden en que la verdad ha de suponer justicia sino se queda en una palabra, igual que la palabra deseo. “Totalidad e Infinito” [Emmanuel Levinas] ; “ La metafísica aborda sin tocar. Su “modalidad” no es acto, sino relación social. Es la experiencia por excelencia/
EliminarDiferencia entre necesidad y el Deseo. En la necesidad, puedo morder lo real y satisfacerme, asimilar al otro. En el Deseo no hay mordedura sobre el ser, ni saciedad, sino porvenir sin jalones ante mí. El deseo me provee del tiempo que supone la necesidad. La necesidad humana reposa ya sobre el Deseo./
Lo patético del liberalismo, al que en cierto modo nos aproximamos, consiste en promover una persona en tanto que representa otra cosa. No revela./
La pregunta que interroga por la quididad se plantea a alguien. Deseo. Entre el ser y el ente. El hombre a partir de sus obras es más sorprendido que comprendido. Vida y trabajo enmascaran al hombre.
La sensación como simple cualidad flotante en el aire o en nuestra alma, representa una abstracción porque sin el objeto con el cual se lo relaciona,
la cualidad,
no podría tener significación de cualidad de otro modo que el SENTIDO RELATIVO./
La visión privilegia./
etc etc) Son notas tomadas de su lectura.
Y ahora te traeré unos párrafos, de otro autor que me sacude cada vez que me acerco.
¡El amor!... Arde antes de vivir
Eliminary destruye siempre lo que alimenta… Nieve a la inversa…
Pero la nieve no funde bajo el talón
del ángel de la abstracción… Y como el destino siente
curiosidad por el ideal, es un reino y un gobierno… Pero el amor
debería ser lo que ha de ser… y precisamente a su través
comprenderemos que estamos condenados a partir de ahora…
Y lo absurdo es absurdo…
No tenemos otra alternativa…
La inexplicabilidad de una frase
que no entendíamos por lo oscura,
resplandece a veces con tal centelleo
que nos ciega… Es precisamente lo real
lo metafísico… Pero a los amantes no les agrada
que entre la adivinanza y la posibilidad de adivinar
la sagacidad despunte suavemente sus saetas… Ingenuos
se abrazan y besan sin presentir
que incluso el peligro se convierte en costumbre e indiferencia.
En otro caso deberían morir. Morir quizá
sin el refinamiento del horror, más con toda certeza
en medio de aquel silencio descalzo que se acerca “a nosotros”
con cortesía floral
y dice simplemente ¡Basta!
[…]
VLADIMIR HOLAN