LA VISIÓN QUE TIENES DE TI. La
lección occidental encaja pero solo parceladamente. Desde las ciencias hasta
las artes o desde el mismo humanismo, todo (nos)(se) reduce a la frivolidad de
una partición entre lo visto y aquello que es lente.
Natsume, trata temas conocidos
defensores de la libertad individual pero en un momento muy determinado pero no
por ello fuera de sí. Tal vez su sensibilidad, carácter a veces irritable en
una isla que llevaba unas décadas tras el fin Tokugawa, y ya estar en guerra
con/en el mundo. La literatura de la isla cambió con el trabajo de Natsume.
Cuando el país se “internacionalizó” el describió todas las formas de
individuos bien diversos y divertentes. Su tratamiento en las charlas del libro
es directo y siempre presentándo-se extensamente ante el aforo.
Su “filosofía de la naturaleza
humana” en terminología budista “duda de samãdhi” (recogimiento) es la duda en
el campo de la conciencia. Voy a traeros un fragmento de un correo que anoté
hace varios años, en uno de mis cuadernos, creo de Laura, a saber. Con permiso
de Natsume. “El vértigo que nos rapta a veces desdiciendo la necrosis de la
sensibilidad por el habituamiento a los mismos, extrañamiento del que surge
toda poesía”.
*
Aquí os dejo un maravilloso libro.
NATSUME SōSEKI
MI INDIVIDUALISMO
(y otros ensayos)
ED. SATōRI
La literatura y la
moral
Osaka,
agosto de 1911
[ . . . ]
De este modo la
sociedad pide una moral más humana y cercana a nosotros, que somos animales
éticos, y empieza a conformarse con ella deshaciéndose poco a poco de aquellas
exigencias del modelo perfecto y superlativo que solo existía en el mundo
imaginario. La consecuencia de esto es el inevitable cambio de los criterios
por los que se medía el nivel de la moral. A medida que iban derrumbándose las
barreras morales, los criterios evaluadores también se fueron alterando. Si
bien antaño había veces que un echaba las manos a empuñadura de la espada
porque le molestaba el modo de bajar la cabeza del otro, ahora, aunque se trate
de amigos cercanos, hemos dejado de saludarnos de manera historiada. Sin embargo,
nadie se siente incómodo con este tipo de saludo abreviado, lo cual indica lo
que he referido antes, el cambio del nivel de evaluación. El estilo del saludo
es un simple ejemplo que demuestra que todas las acciones individuales
relacionadas con el sentido ético se han liberado, por lo que uno puede estar
mucho más relajado que sus antepasados. Es decir, que tanto el grado de aguante
como la presión que obligaban aun a reaccionar a la fuerza se han debilitado.
En una palabra, el
criterio sobre las virtudes éticas se ha modificado sin saber desde cuándo. Por
todo ello, la gente ha empezado a hablar sin miedo sobre sus propias
debilidades y, además, ya no se avergüenza ni se sorprende por haber revelado
dichas carencias con sus acciones, y nadie le llama la atención por ello. Soy
de los que han nacido justo un año antes de la Restauración Meiji y, a
diferencia de los jóvenes como los que veo entre el público, somos como una
especie de anfibios que han recibido educación a dos bandas. Me parece que la
juventud hoy en día tiene mucha más libertad que nosotros los mayores, y que la
sociedad también les permite ser así. Los que hemos ido dos o tres años a la
academia de estudios chinos solíamos darnos importancia sin merecerlo o
reprimíamos el apetito sexual diciendo falsamente que no nos importaba.
Naturalmente, esa tendencia pervive todavía hasta ahora, pero los jóvenes de
hoy son francos sin ocultar nada dentro, aunque no sean capaces de mostrar el
gusto poético por las emociones como antes. Puede que esto se deba a que poseen
un espíritu noble y no quieren falsear su personalidad, o a que nadie vaya a
poner mala cara ni manifestar desaprobación en el caso de mostrarse tal y como
son a pecho descubierto. A veces, vienen a visitarme a casa algunos jóvenes que,
después, me escriben cartas dando cuenta de las impresiones de la ocasión y de
cómo se han sentido. En estas narraciones leo unas confesiones inesperadas que
me hacen gracia. No es que las hayan escrito con el ánimo de revelar sus
defectos intencionadamente pero, como no es algo que yo les haya pedido, sino
que ellos mismos han querido enviar sus letras banales de gusto dudoso, es
decir, en cierto modo algo que no deja de ser una especie de producto
artístico, me parece simpático. Si algo así fuera escrito con el espíritu de mi
generación, aunque no fanfarronease tanto como para compararse con un héroe del
tiempo, emplearía sin vergüenza alguna los conceptos más elegantes de las
convenciones sociales para expresar la poética de las letras, de modo que generasen
un estímulo agradable para la ética propia del tiempo. Pero en el ejemplo de la
carta que voy a citar no queda rastro de ello. Para empezar, narra: “ …me
dio un vuelco el corazón al pasar el portal”, “ …la sorpresa fue mayor cuando
sonó el timbre al abrir la puerta”,
“ …a pesar de haber llamado a la puerta,
cuando salió la muchacha de la casa para pedir mi nombre, pensé que hubiera
preferido que dijera que no se encontraba el señor antes de descalzarme”, “ …me
dijo la chica que el señor se encontraba en casa y me dieron ganas de marcharme
de ahí”, “ …en ese momento, al ser invitado a pasar de nuevo, me puse aún más
nervioso”. Todo esto no es otra cosa que una sensibilidad demasiado aguda que
aparece sin tapujos. Si lo juzgásemos con crítica moral, diríamos que me está
confesando como debilidades su falta de decisión o su temor. Pueden pensar
ustedes que no haría falta tener tanta aprensión para visitar la casa de un
simple escritor como yo, pero les digo la verdad. Sin embargo, atribuyo este
fenómeno a la juventud actual. Por mucho que buscásemos entre los escritos
literarios de la época feudal, no se podría encontrar una descripción de una
visita en este estilo. la pasada primavera hubo un recital de música en cierto
lugar. En aquella ocasión, un conocido mío cantó como solista. Fui invitado
distinguido, por lo que estuve en el centro de la primea fila. Resultó que el
cantante era bastante malo. No tengo un oído desarrollado para la música, pero
me pareció que el resultado era muy pobre por lo que, más tarde, le dije lo que
me había parecido. Fue una sorpresa que aquel músico me preguntara si me había
dado cuenta del fuerte temblor de sus piernas. Yo no me di cuenta pero, de este
modo, él mismo confesó su nerviosismo. Si esto hubiera sucedido en el pasado,
hubiera ocultado el hecho de que le temblaban las piernas. Sin embargo, ahora la
gente, en vez de presentar excusas, hace confidencias sin que nadie se las
pida. Pienso que es señal de que nos hemos vuelto más sencillos y que la
sociedad nos lo permite con su crítica más complaciente que antes. ¿No será
esto el reflejo de una actitud que permite tener defectos y debilidades humanas
de entrada? No es mi intención definir cuál es la mejor o la peor entre estas
dos posturas, sino que, simplemente, expongo la diferencia que observo entre el
pasado y el presente. Espero que se den cuenta de esta realidad que se inclina
claramente a esta tendencia a lo largo de los últimos cuarenta años.
[ . . . ]
* * *
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
Mi
individualismo
Conferencia pronunciada en
la Universidad
Gakushūin de Tokio, 25 de
noviembre de 1914
[ . . . ]
Si se me permite desviarme
un poco, Inglaterra, como saben, es un país que da mucha importancia a la
libertad. Siendo un país que ama la libertad, no hay por el contrario otro país
que esté tan ordenado. A decir verdad, confieso que no me gusta Inglaterra
pero, aun así, debo decir que mi opinión, seguramente, no hay una nación tan
libre y tan ordenada en el mundo como Inglaterra. Japón no puede compararse con
ella. Los ingleses, no obstante, no son simplemente libres. Los educan desde
pequeños en una conciencia social para respetar la libertad del prójimo.
Siempre por ello en su concepto de libertad está la idea del deber. Las famosas
palabras de Nelson : “England expects
every man to do his duty” no se
aplican solamente a las circunstancias puntuales. Reflejan sin duda una filosofía
arraigada profundamente en su base que ha evolucionado al lado de la idea de la
libertad.
Los ingleses con
frecuencia se manifiestan en la calle cuando tienen de qué quejarse. Sin
embargo, el gobierno no interviene para nada. Se calla y les deja hacer. Por su
parte, los que participan en la manifestación lo saben bien y no usan la
violencia para no provocar al gobierno…
[ . . . ]
No es mi intención
colocar a Inglaterra como modelo para nosotros pero pienso, en definitiva, que
la libertad que no conlleva el sentido de la obligación no es una libertad
verdadera. Lo puedo afirmar porque nunca debería existir ese tipo de libertad
egoísta en una sociedad. Y si existiese alguna vez, no tardaría en ser
criticada y pisoteada por los demás. Deseo fervientemente que ustedes sean
libres pero, a la vez, no dejo de pedirles que estén concienciados de su deber.
No tengo ningún reparo en afirmar que soy individualista en este sentido.
No me gustaría que este
término “individualismo” se interpretase mal. Especialmente, si instruyo a
gente joven como ustedes con ideas erróneas, me daría un disgusto a mí mismo,
por lo que les pido que presten atención. Ya no disponemos de mucho tiempo, así
que voy a explicar lo que siento con claridad y brevedad. La libertad de cada
uno es muy importante en el proceso de crecer como persona y, además, ese
proceso tiene una gran relación con el sentido de la felicidad personal. De
manera que, en tanto no afecte a otras personas, creo que debemos atesorar esa
libertad, siempre y cuando dejemos a otros la libertad para mirar a la derecha
o a la izquierda. En definitiva, esto es lo que significa el individualismo que
predico. En cuanto al poder político o económico, se puede decir lo mismo. ¿Qué
pasaría si excluyo a unos porque a mí no me caen bien? o, ¿si machaco a los que
me censuran y utilizo mi poder sin ton ni son? La capacidad personal de cada
uno puede quedar completamente destrozada y será el comienzo de la desgracia
humana. Supongamos que no caigo bien al gobierno y, por ello, el director
general de la policía coloca a sus agentes alrededor de mi casa. El director
puede que tenga el poder de desplegar a sus agentes contra mí, pero su ética no
le permitiría hacer uso de ese poder. O, por ejemplo, si las grandes empresas
como Mitsui o Iwasaki, simplemente porque les caigo mal, sobornaran a mis
empleados para que desafiasen mi autoridad en casa ¿qué pasaría? Naturalmente,
la ética de estas personas detrás de su riqueza les impediría actuar de ese
modo irracional.
Todos estos defectos
aparecen al no comprender su verdadera dimensión lo que llamo “individualismo
ético” y no son otra cosa que frutos del egocentrismo de querer ponerse encima
de los demás gracias al uso del poder político o del económico. Por eso mismo,
el individualismo de que hablo no es algo que pueda poner en peligro una
nación, como algunos sostienen, sino que consiste en respetar la existencia del
otro al mismo tiempo que la propia. Y esta me parece una ideología muy
respetable.
[ . . . ]
* * *
Os traigo tres poemas también de Natsume;*
Mi
pensamiento
sigue solo
esa línea:
la
golondrina.
*
Mientras
cabalgo,
mi caballo defeca
sobre flores
silvestres.
*
Sueño de la libélula:
una vez; y otra; y otra…
la punta de una estaca.
*3
Sôseki es capaz de abstraerse
viendo volar a una golondrina, hasta el punto de no prestar atención a nada,
salvo a esa singular línea descrita por el ave en vuelo. Seguramente, dicha
concentración lo relajaba de otros cuidados.
/
hitosuji:
una sola línea, no necesariamente recta.
*9
No se le puede pedir al
acaballo mucho miramiento con las flores del entorno, aunque el poeta ha de
lamentar su conducta salvaje. La compasión por la naturaleza se muestra aquí
contenida, ya que el caballo también es naturaleza, y actúa según sus leyes. No
se merece pues una airada censura.
/
nogiku:
una especie de crisantemos silvestres. Por otros nombres, camomila o
santimonia.
uma
no fun suru (2º verso): Se advierte aquí un predominio de vocales velares, pues
todas lo son menos la “a”; veamos: u-(a)-o-u-u-u. Es una patente aliteración
velar. En resumen: un verso de sones oscuros, para describir una acción nada
elegante. ¿Casualidad o arte?
*67
Interpreta el poeta que el
sueño de una libélula consiste en evocar su sitio particular de reposo. Tanto
si vuela sobre un lago, como si lo hace sobre una ensenada, humedal, o
embarcadero, su descanso lo va a encontrar en los palos hincados de señalización
o amarre. Un meritorio intento, por parte del Haijin, de “ponerse en el lugar
de” la realidad descrita.
/
ikutabi:
“cada vez”: cuantas veces se dé la oportunidad.
NATSUME SōSEKI
Sueño de la libélula
ED. SATōRI
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario
o tu no-comentario