CONTRA
—MUNDO
Este será el último capítulo,
captación, filamento dentro de la secuencia de contra. Una total renuncia a
seguir la anticuada originalidad sobre/contra lo que me apoyo. Aquí, reduzco la
estructura. Bien sabéis que la forma es rebasada por el contenido. Lo que es
periferia. Tacto insomne la tierra eterno ronquido ilegible.
Ejercicio de la mirada.
Ejerced la tensión en el/la
contra, poned por caso el mundo, ved la impronta desapareciendo en el mismo
instante que se participa, se precipita la mirada en lo real y lo dado se
transforma. La realidad secreta de la cosa es interior y además exterior. El
equilibrio. El capitalismo, el estado, el control social. Todo barrunta
desaparición y aparición. Los grandes pensadores, los grandes filósofos
dedicaron infinito tiempo para hacer unas pocas consideraciones. Al contrario,
los poetas no vacilaron en condensar en un destello lo pre-lógico sin
obligación po-ética y mucho menos moral. Véase para esto último la actual
escritura dominante.
¿Sería así que renuncio al
contra?
El cansancio de fingir
admirar los dualismos aunque sea un fingimiento confeso me lleva a enterrar a
los pies de un árbol los huesos tibios
______________ C
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La verdad es que no entiendo
ese ensombramiento sí absorto pero poco aprehendido en autores como Kafka. En
su obra. Pues una persona está absorta fuera de sí siempre en muralla. Las cracias
son representaciones, exteriorizaciones, cast…
____qué constelación nueva
____se suprimen los bordes
____la llave
____tras de sí
Será que renuncio a la
provisión de valores y principios. Son cosa. Sin intensidad. ¿El sin-sentido es
la significancia?
Al carecer como digo de
intensidad (pero no de inflexión –sea esta la naturaleza) la mía es incapaz de
emerger los ritmos del acontecer del silencio pues hace casi dos años comencé
[contra] y parecen siglos así que necesito una nueva ontología centrípeta de la
cosa. Más allá de la Cosa Heideggeriana o Derridiana, e incluso Kafkiana. Me
voy a servir del único horizonte tras de mi ventana ¿angosta?, no, la belleza
está en el exterior, en toda relación, en esos márgenes diminutos que se
apiadan de la soledad de la totalidad. Tan pensante. Tan pesada: Anuncios y
renuncios. Secar el ojo. Hasta que no eliminemos todos los bajos fascismos no
podremos aceptar una vida digna de ser llamada vida. Al menos, desde los
lenguajes.
Nuestro pensamiento
desconfía de la lógica de la dominación y el mercantilismo pero el lenguaje
siempre es cobarde sino se apoya en el gesto, en la metamorfosis se da la
producción de la duración, la expropiación comunicante. Esto me lleva a Deleuze
sobre el neoevolucionismo, “Devenir es un rizoma, no es un árbol clasificatorio
ni genealógico”, es como una esfera, casi isotrópica, “Devenir no es
ciertamente imitar, ni identificarse; tampoco es corresponder, instaurar
relaciones correspondientes; tampoco es producir, producir una filiación,
producir por filiación. Devenir es un verbo que tiene toda su consistencia; no
se puede reducir, y no nos conduce a “parecer, ni “ser”, ni “equivaler”, ni
producir”. Así resulta. La existencia es asaltada por la exigencia del
a-tributo. La insurgencia se edita en la desaparición de los istmos, algunos
territorios acogen en sus instituciones un “anido” de ideas libertarias, pero,
acopiando la estructura del partidismo.
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Creo que no se trata de
colectivizar, socializar, lo dado. No se trata de negociar una deuda que además
se impone como duda de la derrota. El devenir, el ser-en-común… la poesía
conoce la presencia de la desaparición. Comparece dentro de su compromiso. Si
no lo hace, hablaremos de esnobismo, tontería, concebir a la masa como sujeto,
dubitativo ante la aparición.
/
…fin del ciclo –[Contra]
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