Mi corazón late
debajo del agua
aletea
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Feliz año
a todos
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Aquí os dejo unos haikus del monje Taneda
Santôka.
El monje desnudo
Taneda Santôka
ED. miraguano /-traducción
y comentarios Vicente Haya, Akiko Yamada y José M. Martín Portales-/ prólogo:
Chantal Maillard.
Con indolente sencillez regresa el cuerpo, a veces, a su intemperie, como si se adentrara en un huerto solitario por el mero hecho de una pequeña predisposición, o permitiera que el alma se hiciese visible por completo.
Entonces recorren el paisaje evidencias
casi irreconocibles, como llegadas de un tiempo remoto o futuro, señales de
todas partes que se abrazan a nuestra más íntima frontera y nos susurran al
oído una consigna, acaso una canción antigua que aún recordamos.
Todo se vuelve silencioso. Todo significa
sin necesidad de haber sido expresado.
El despojo atrae la compañía. Solo la
desnudez accede a lo evidente.
El que se busca añora la transparencia.
La primera
dificultad en la traducción de este haiku está en el gorori to. Es una expresión que nos hace sentir que algo pesado ha
dado una o más vueltas, o se ha tumbado de golpe. Es una referencia auditiva,
como luego las que empleará el comic.
Este haiku comienza, pues, haciendo escuchar al lector un ruido. Se nos dice en
seguida que ese ruido ha tenido lugar “en la hierba” (kusa ni). Sólo al concluir la lectura del haiku podemos suponer que
es el cuerpo de Santôka el que se ha tirado en la hierba mientras
se secan unos calzoncillos que ha tendido
en algún lugar indeterminado. Nos lo imaginamos colgando los calzoncillos para
que se sequen en unas ramas o en la propia hierba y tumbándose a descansar.
Pasa el tiempo y continúa sesteando, dando perezosamente vueltas en la hierba,
mientras piensa “todavía tengo tiempo, todavía no estarán secos”. La forma
verbal pasada y terminante –kawaita
(“ya están secos”)- actúa a modo de la conciencia de la realidad. Su indolencia
o su desnudez han sido privadas de excusa. Debe
incorporarse, debe vestirse. El
“hacer” debe dar paso al “deber”. Ni siquiera un monje errante –del que nadie
espera nada- acaba nunca de desterrar por completo la sensación de que hay
cosas por hacer.
Frente al
más elegante hadaka (“Estar desnudo”), suppadaka significaría “Estar en
pelotas”. Es, pues, un término más coloquial y gracioso. Santôka, desnudo en la
hierba, ve venir una libélula. Es la primera criatura en mucho tiempo que
parece decidida a tocar su cuerpo. El haiku transmite la importancia en la
cultura japonesa de la intimidad del cuerpo. Desnudos nos sentimos expuestos. Y
en esa situación, a pierna suelta, tirado en la hierba, vulnerable, ve que se
dirige una libélula hacia él y que va a posarse… ¿Dónde? Aunque no se dice el
sitio exacto, por pudor, es más que claro el lugar que ha escogido la libélula
para hacer una parada en su vuelo…
llegar a la desnudez, el año que ya llega.
ResponderEliminarabrazo inmenso, querido, y todo todo todo lo mejor, que sabes que siempre es pequeño.
con bracitos torpes y dedos afilados
Eliminarhacer de lo poco inmensidad
proyectar piel
abrazos miles