aquí os dejaré un par de textos que debería hacer, dar, a pensar
a aquellos muchos que dicen nosotros, pero simplemente para decir yo. El primer
texto de M.Batjín es de un libro
difícil de conseguir en europa ya que la magnífica editorial siglo ventiuno,
sin embargo, no publicó aquí este gran libro. El segundo texto es de un libro
que estoy releyendo últimamente, donde J.Rancière
elabora, desobra, una
revolución-por-venir en la vida del profesor Joseph Jacotot, allá por el 1818
cuando ejercitaba una enseñanza de “emancipación intelectual”. Dos textos larvarios sobre la
senda rideriana que espero agraden a los paseantes.
estètica
de la
creación
verbal
m. m.
batjín
ARTE Y RESPONSABILIDAD
Un todo es mecánico si sus elementos
están unidos solamente en el espacio y en el tiempo mediante una relación
externa y no están impregnados de la unidad interior del sentido. Las partes de
un todo semejante, aunque estén juntas y se toquen, en sí son ajenas la una a
la otra.
Tres áreas de la cultura humana –la
ciencia, el arte, la vida– cobran unidad sólo en una personalidad que las hace
participar en su unidad. Pero su vínculo puede llegar a ser mecánico y externo.
Es más, casi siempre sucede así. El artista y el hombre se unen de una manera
ingenua, con frecuencia mecánica, en una sola personalidad; el hombre
provisionalmente se retira de la “turbación de la vida” hacia la creación, al
mundo de la inspiración, dulces sonidos y oraciones”(Pushkin.) ¿Qué es lo que
resulta? el arte es demasiado atrevido y autosuficiente, demasiado patético,
porque no tiene que responsabilizarse por la vida, la cual, por supuesto, no
puede seguir a un arte semejante. “Y cómo podríamos seguirlo –dice la vida–;
para eso ya existe el arte, y nosotros nos atenemos a la prosa de la
existencia.”
Cuando un hombre se encuentra en el
arte, no está en la vida, y al revés. Entre ambos no hay unidad y penetración
mutua de lo interior en la unidad de la personalidad.
¿Qué es lo que garantiza un nexo
interno entre los elementos de una personalidad? Solamente la unidad
responsable. Yo debo responder con mi vida por aquello que he vivido y
comprendido en el arte, para que todo lo vivido y comprendido no permanezca sin
acción en la vida. Pero con la responsabilidad se relaciona la culpa. La vida y
el arte no sólo deben cargar con una
responsabilidad recíproca, sino también con la culpa. Un poeta debe recordar
que su poesía es la culpable de la trivialidad de la vida, y el hombre en la
vida ha de saber que su falta de exigencia y de seriedad en sus problemas
existenciales son culpables de la esterilidad del arte. La personalidad debe
ser plenamente responsable: todos sus momentos no sólo tienen que acomodarse
juntos en la serie temporal de su vida, sino que también deben compenetrarse
mutuamente en la unidad de culpa y responsabilidad.
Y es inútil justificar la
irresponsabilidad por la “inspiración”. La inspiración que menosprecia la vida
y es igualmente subestimada por la vida, no es inspiración sino obsesión. Un
sentido correcto y no usurpador de todas las cuestiones viejas acerca de la
correlación entre el arte y la vida, acerca del arte puro, etc., su pathos verdadero, consiste solamente en
el hecho de que tanto el arte como la vida quieren facilitar su tarea, deshacerse
de la responsabilidad, porque es más fácil crear sin responsabilizarse por la
vida y porque es más fácil vivir sin tomar en cuenta el arte.
El arte y la vida no son lo mismo,
pero deben convertirse en mí en algo unitario, dentro de la unidad de mi
responsabilidad.
Nota aclaratoria: Es la primera aparición
conocida de m. batjín en la prensa. Después de graduarse en San Petersburgo y
publicar su primera antología “Día del arte”. 1919
Jacques Rancière
EL MAESTRO IGNORANTE
ED. LAERTES
La pasión de la desigualdad
Entonces, a la distracción por la cual
la inteligencia consiente al destino de la materia podemos asignarle...
¿Qué puede hacer mejor la sociedad
sino encadenarnos al estado infeliz en el que nos arrojamos nosotros mismos!”.
De este modo, el mundo social no es
simplemente el mundo de la no–razón, es el de la sinrazón, es decir, el de una
actividad de la voluntad pervertida, poseída por la pasión de la desigualdad.
Los individuos, al conectarse los unos a los otros en la comparación,
reproducen continuamente esta sinrazón, este atontamiento que las instituciones
codifican y que los explicadores solidifican en los cerebros. Esta producción
de la sinrazón es un trabajo en el que los individuos emplean tanto arte y
tanta inteligencia como utilizarían para la comunicación razonable de las obras
de su espíritu. Simplemente este trabajo es un trabajo de duelo. La guerra es
la ley del orden social. Pero bajo ese nombre de guerra, no imaginamos ninguna
fatalidad de las fuerzas materiales, ningún desencadenamiento de las hordas
dominadas por instintos bestiales. La guerra, como toda obra humana, es en
primer lugar acto de palabra. Pero esta palabra rechaza ese halo de ideas
radiantes del contratraductor que suscita otra inteligencia y otro discurso. La
voluntad no se dedica ya a adivinar o hacerse adivinar. Ella se da como fin el
silencio del otro, la ausencia de réplica, la caída de los espíritus en la
agregación material del consentimiento.
La voluntad pervertida no deja de
emplear la inteligencia, pero sobre la base de una distracción fundamental. Acostumbra
a la inteligencia a ver sólo lo que contribuye a la preponderancia, lo que
sirve para anular a las otras inteligencias. Pero cada una de estas voluntades
se da como trabajo destruir otra voluntad impidiendo a otra inteligencia ver. Y
sabemos que este resultado no es difícil de conseguir. Basta con dejar actuar
la radical exterioridad del orden del lenguaje con el de la razón. La voluntad
razonable, guiada por su vínculo distante con la verdad y por su voluntad de
hablar a su semejante, controlaba dicha exterioridad y la recobraba por la
fuerza de la atención. La voluntad distraída, salida de la vía de la igualdad,
la utilizará en sentido contrario, de un modo retórico, para precipitar la
agregación de los espíritus, su caída en el universo de la atracción material.