…cuento chino traducido por Richard Wilhelm. Algunas
traducciones de dichos cuentos fueron traducidos por vía oral desde la
antigüedad…
La
secta del loto blanco
Érase una vez un hombre que
pertenecía a la secta del loto blanco. Podía fascinar a la masa con sus artes
de nigromancia y muchos de los que adoraban las artes mágicas le tenían como
maestro.
Un día el maestro quiso ausentarse.
Colocó en la entrada un bol que estaba recubierto con otro bol y les ordenó a
los discípulos que tuvieran cuidado con ella. Además, les advirtió que no
abrieran el recipiente y miraran lo que había dentro.
Apenas se había marchado cuando los
discípulos levantaron la tapa y vieron que en el recipiente había agua pura. En
el agua había un barquito de paja con velas y mástiles como las de verdad. Se
asombraron y lo golpearon con el dedo. Entonces se ladeó. Volvieron a colocarlo
rápidamente en la posición inicial y cubrieron el recipiente. Pero el mago
volvía a estar allí y les reprendió enfadado: “¿Por qué habéis desobedecido mi
orden?”.
Los discípulos se pusieron de pie y
mintieron.
Pero el mago les dijo: “¡Mi barco
se ha ladeado en el mar!¡No podréis engañarme!”.
Otro día encendió en la habitación
una vela enorme y les ordenó que vigilaran para que el viento no la apagara.
Era la hora del segundo relevo y el mago no había vuelto todavía. Estaban
cansados y tenían sueño, así que se fueron a la cama y se quedaron dormidos.
Cuando se despertaron, la vela se había apagado. Se levantaron rápidamente y
volvieron a encenderla, pero el mago volvió a entrar y les reprendió otra vez.
“De verdad que no hemos dormido.
¿Còmo ha podido apagarse la vela?”
El mago siguió diciendo muy
enfadado: “¡Me habéis dejado durante cincuenta millas en la oscuridad, y seguís
diciéndome tonterías!”.
Los discípulos tuvieron entonces
mucho miedo.
Él practicaba todo tipo de artes
negras de las cuales algunas son
inenarrables.
Al correr el tiempo sucedió que uno
de los discípulos tuvo amores prohibidos con la esclava favorita del mago. Él
se dio cuenta, pero se calló y no dijo nada. Hizo que el discípulo fuera a
alimentar a los cerdos. Apenas había atravesado la pocilga cuando se convirtió
en cerdo. El mago hizo llamar al carnicero para que lo matase y vendió la
carne. Nadie supo nada del asunto.
El padre del discípulo terminó por
ir allí a preguntar por él, dado que hacía mucho tiempo que no había ido a
casa. El mago le despidió diciéndole que hacía mucho tiempo que no estaba allí.
El padre volvió a su casa y se informó por todos los medios del paradero de su
hijo, pero no encontró la más mínima huella
Sólo un compañero que sabía el secreto, se lo contó al padre. El padre llevó al
mago ante el juez. Pero éste se temía que el mago se volviera invisible y no se
atrevió a apresarle. En lugar de ello informó a sus superiores y pidió mil
guerreros armados. Ellos rodearon la casa del mago. Él estaba dentro y le
cogieron con la mujer y el hijo. Le encerraron en una jaula de madera y le
pasearon por la ciudad.
El camino pasaba por una montaña.
En medio de la montaña apareció un gigante, que era tan alto como un árbol.
Tenía los ojos como tazones, la boca como una ensaladera y los dientes medían
un pie de largo. Los guerreros se pararon temblando y no se atrevían a moverse.
El mago dijo: “Éste es el espíritu de la montaña, mi mujer puede derrotarle”.
Hicieron lo que había dicho y
liberaron a la mujer de sus ataduras. La mujer cogió una espada y se enfrentó a
él. Pero el gigante era salvaje y la venció completamente. Todos sintieron
entonces más miedo.
El mago les dijo: “Si ha matado a
mi mujer, mi hijo tiene que seguir con la obra”.
Entonces dejaron al hijo libre.
Pero también él fue vencido. Ninguno sabía qué hacer.
El mago lloró de rabia y dijo:
“Primero ha matado a mi esposa y ahora a mi hijo. ¡Que el cielo le devuelva la
misma moneda! Nadie puede vencerlo más que yo”.
Y le sacaron de la jaula, le dieron
una espada y le hicieron enfrentarse a él. El mago y el gigante lucharon
durante un rato. Al final el gigante cogió al mago, le agarró de la garganta,
estiró el cuello y se lo tragó; luego se marchó tranquilamente.
Pero los soldados se dieron cuenta
demasiado tarde del engaño del mago.
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El mago tiene la crueldad, la impiedad del dios... Un abrazo.
ResponderEliminar..bastaba una sola acción para anularlo, anudarlo a su magia. Pero el discípulo solo tuvo miedo hasta la otra acción, la metamorfosis. Más que crueldad el mago tiene el poder de la irrealidad, como divisa, hilvana hasta desaparecer, o hacer desaparecer. Es un hermoso cuento la verdad. De los cuentos artísticos, fantásticos etc chinos aprendí hace mucho lo que no tiene categoría fija, como un cuento. Percibir lo convivo, la palpitación, y lo disímil, la mentira.
Eliminarabrazo]
Qué preciosidad de cuento... y escalofriante, nadie debe subestimar las malas artes, o la magia, como quieran llamarle.
ResponderEliminarAbrazo.
nunca me gustó jugar con magia, por equívoco uno puede hasta quedar porcino delante de su juego de magia.
Eliminarabrazo]
El nigromante parece que está siempre en el filo de una navaja que no sabe su nombre ni condición. A punto siempre de perecer. sin embargo subsiste en su magia. ¿Puede acabarse con el nigromante? Creo que ni siquiera puede acabarse con los torpes engaños.
ResponderEliminarUn saludo....
es muy recomendable perder el nombre y la condición para hospedar al aprendiz y al nigromante, ese continuo desaparecerse ya sea en boca de un gigante o una montaña es su condición posible “los soldados se dieron cuenta demasiado tarde del engaño del mago.”/ El mago era ya dueño de los soldados. otro cuento chino. en cambio son más los torpes engaños que los cuentos chinos pues es la constante del humano, no como cajón de- si no del que toca el cielo entre las hojas
Eliminarun fuerte abrazo Luis