…imperceptiblemente
destruidos es como nos sentimos cuando caemos en el espacio vacío e
involuntario del amor, paz demasiado precaria, sin embargo transformación
desde la nada, aliento horizontal, cercar pan con harapo y saliva como
quien pone las muñecas a secar al sol, hasta que el rostro disuelto de cuenta
del lugar que...
Ala vertical, fuga, pincel
antes del tiempo, antes de lo temporal el infinito sin nombre. Antes del
bucolismo del ser, ese enjaulado por virtudes viriles; ser que calcula, demanda,
una estructura para cada circunstancia. Sin embargo el amor como una máscara de
infinito gesta la sombra del lenguaje, lugar que “pone al tiempo en su
sitio”. Hacer lugar como
quien torna rígidas las velas de la tierra.
La línea interna de la
tierra al encuentro del instante. El tiempo es suprimido por un tempo. Mirad a vuestro derredor,
personas que dicen no tener tiempo, que necesitan tiempo. ¿Saben realmente
cómo perder el tiempo? Saben encubrir la muerte, y en cambio no saben descubrir
la vida. El amor está hecho tal vez para el imperceptible,
para el que casi no tiene nada que ocultar ya. La escritura de un poema, su cauce
tembloroso y el rastreo pero detrás del pensamiento, los sentimientos liberan
su conciencia como rizos de espuma que nos recuerda la muñeca rota, abierta, el
abrazo
Xu Wei 徐渭 (1521 – 1593) |
poemas de Chantal Maillard
"Poemas a mi
muerte"
2005/ Ed. La Palma
Del amor
I
NUESTRO
AMOR: un objeto de cerámica
aguardando
la lluvia en el balcón.
Sé
que voy arañándole el esmalte
hasta
llevarme los colores
en
las uñas.
Sé
también que te duele
como
si fuese tu cuerpo aquel barro
cada
vez más desnudo,
más
expuesto a los vientos.
Pero
mis dedos aprendieron
hace
mucho a seguir las vetas más sensibles,
son
diestros artesanos de la muerte,
actúan
por costumbre.
II
HAY
LÁGRIMAS que pesan
como
bronce fundido de campanas
y
lloro al verte, amigo,
como
si tu presencia fuese
esa
forma que a veces toman las cosas idas
para
forzarnos a ser lo que fuimos.
III
DEBE
SER COSA del mar, porque es agua
lo
que insiste debajo de mi piel
y
me requiere,
un
mar celoso que me obliga
a
embarcarme en mis ojos,
nunca
ya en tus caricias.
IV
HAY
GESTOS que no deben realizarse
si no es con la certeza
de
que hallarán la forma de lo eterno.
(Sólo
así puede andarse
en
corazón ajeno).
V
NI
UN SOLO pensamiento permanece
más
que el ruido del agua en la ladera
cuando
el invierno empieza a adormecer las cumbres.
Menos
perdura un cuerpo,
ladera
que a su paso el agua va gastando.
Xu-Wei //___Hombre de la montaña del estanque celestial |
Hay un dicho popular
que dice “El miedo es el peor de los asesinos; no mata, impide vivir” y la conyugalidad
repleta, subyuga. Llaga justo en la yugular. Asir futuro sin dejar brotar la
sangre de la boca que diga trasparente; ciega litera hila mi campo de rocío
hasta que una los cauces más vivos. ¿Qué minúscula arteria de mi corazón se ha
de romper? Y si dejara de hacerlo, ¿dejaría de fluir el agua montaña arriba?
Vivimos un “tiempo” en el que cualquier excusa es válida para abolirse en un
supuesto sosiego interior. El silencio se ha convertido en papel y su críptico
mercantilismo cabalga en la urgente afonía, arritmia. Sociedad de (la) emoción. Ya no nos es permitido
imaginar, sentir. Un tren descarrila y un estado informativo, policial, nos
agarra al sillón al “ritmo”, a la velocidad de lo sucedido. Una niña adoptada
es asesinada en Santiago de Compostela. Y después de un viaje de 200 kilómetros
la persona que ansiaba verme, está angustiada frente al televisor escuchando
los partes. Las partes. Carcomido el misticismo
del miedo lo imposible, ya no disimula lo posible. Lo relevante se ha
sincronizado hasta aplastar la posibilidad de transformar el mundo. Paranoid android
UN YO ha inventado el miedo para ser ciego, para
amar ciego. Hilo. Encuentro del que palpa sin pedagogía vertical, del que cree
morir en un orgasmo, del que es mil veces eterno por ser mero mortal.
“Sólo donde tú
estás, nace un lugar” Rainer M. Rilke
Xu Wei |
De lo eterno
I
POR
MUCHO que vacíes las imágenes
de
todo lo que nace
no
lograrás saber lo que es la muerte.
Morir
es nuestro privilegio,
por
eso hemos inventado el miedo,
eso
que tú, eterno, no puedes concebir.
Tú
sólo puedes encarnarte:
dosificar
tu fuego entre las formas.
Permíteme
decirte
que
lo consigues mal.
No
conoces muy bien el arte de ser ciego.
II
MIRO
ATRÁS: la muerte a dentelladas.
Y
adelante: la muerte también ya dispuesta.
La
miro sin resignación, atesorando el miedo
como
una joya austera
con
la conciencia clara
de
que sólo en el gesto la existencia se afirma,
que
surge y se concluye sin tiempo y en lo eterno
y
que ni la memoria ni la mente más hábil
pueden
dar parte de ella,
ni
reflejar siquiera en el concepto
la
inmensidad profunda que ella abriga.
… procuro sostener el hilo, arrogante ascua tal vez por
haber traído la conmovisión de Maillard e intentar así
cualificar mi espacio, tal vez contra la descualificación de los cultistas
individuales. Procuro ir más allá del miedo, de su paso del misticismo a lo
cotidiano y racional, pues conocerse es un mero reconocimiento de la propia
libertad, en uno, lo uno. Lo representado del que vislumbrar sólo el contorno
del fantasma. Grieta, grito que… hilo indigente de nuestra historia, no contada.
Fístula mental, sin cuerpo o casa que se horada simplemente para abrigarla de
una humilde ventana, puerta, cerrojo para humedecer la palabra. De lo contrario serás
un vagabundo, imperceptible e imprudente capaz de arrancar la conciencia, la
herida del huésped quizás. Ahora no soy, estoy ahí donde tú estás. Más lento,
más abajo, más débil. El pensamiento del olvidado no es palabra, no se
extiende, es objeto que pasa como un invoco y se infiltra a medianoche,
balancea nidos.
El nido deja de
existir, es rama. Su recuerdo cansa, huella, es su necesidad la que alimenta.
Es su error el que nos niega una vida privada, propia, en la que el olvido sea
legitimo. El huésped ha dejado de existir, el sujeto como necesidad moral, como
inducción, el símbolo elocuente a interpretar como movimiento sin retorno,
accidente. Por lo tanto la exigencia de exhaustividad del que tiembla y
atraviesa el temblor, capaz de crear una máscara de infinitud e impurificar el
presente… sea así, joya que engaste,
nazca sin miedo de la ceniza, sin miedo al dolor ni al olvido…
Del olvido
PROLONGANDO
EL VALOR que flaquea,
me
invita a tensar los hilos
que
el corazón segrega.
Como
un insecto me deslizo
en
las redes, y en el roce me convierte
en
una llama diminuta.
Los
hilos transparentes reflejan los colores
del
fuego y cristalizan: finas estrías móviles
—la
existencia es un fuego frío —
que
quebrará su aliento como un rayo.
El
universo distendido
volverá
a plegarse en su interior.
Dentro
de mí el fuego recobra la inocencia.
Su
ceniza será el don de la memoria.
.... poemas de chantal maillard
Xu Wei |
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