CONTRA
—GÉNERO
Ese
ritual constante por la revelación, es decir; la imagen obsesa, atrofia los
impulsos y la intuición degenera en ese arquetipo de inconsciente colectivo (no-véase
Jung,
por favor) que no es otra cosa que la insatisfacción.
Mucha gracia y pena me causa toda esa gente que dice luchar contra la opresión
y represión cuando su credo es la posesión. Se dejan crucificar para demostrar
que nada pasa.
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Imposible no sentir vergüenza
ante ese empacho de consumir muerte. Sustento inevitable pero qué indigna
clausura. Pensamiento heredado por la carencia de libertad.
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La
educación es el cultivo de los instintos sin embargo la crueldad es uno de los
oficios más antiguos de la humanidad, una virtud a costa del sufrimiento. Junto
esas dos palabras, educación-crueldad, para aproximarme a una sociedad incapaz
de asumirse a sí misma. ¿Qué se resiste? ¿La producción de ilusiones
denominadas mercancías? No. Pues los cuerpos son origen y además objeto de
acontecimientos. Si no hay voluntad tan solo existe devenir. M. Augé hablaba
del espectáculo sin sueño ni posesión como un desconcierto a lo que antes ya
Deleuze declaraba “donde la categoría de lo necesario sustituyó por completo a
la categoría de lo posible”. La educación de los instintos. Lo posible como
tensión de la voluntad. La conciencia y el lenguaje son hoy una ruina, su
nacimiento precede al ser humano. Por eso mismo es interesante vernos a
nosotras mismas sin necesidad de un espejo o tercer ojo sino vernos desde el
interior y renovar la vida que fije una conciencia nueva y un lenguaje nuevo.
Abolir los arquetipos representativos y las representaciones interiorizadas
desde las instituciones. Instituciones competentes para instruirnos en las
bellas artes y ciencias mediante la afirmación de que una colmena o una manada,
son una sociedad, y no lo son, por el mismo motivo que nuestra mente racional
trata de dar una significación constitutiva a algo de lo que quiere apropiarse,
cosa que define una sociedad.
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Pero
la primera apropiación, el primer bien asimilado es la imaginación del prójimo,
el sueño del débil. Se crea así un modo de
“enfermedad” mental válida para
desasosegar, crear un “género” de incomprensión social. Ese
ser excluido de lo “real” bien se deja llevar rio abajo en el barco de los
locos de los que hablaba Foucault, o bien río arriba con la soga de la mente
única. El estatismo. Definir como
“cultural” la cuestión de género es
tirar de la cuerda a favor del Estado. Realmente somos más ignorantes que
malos. La verdad del señor está en el esclavo. ¿Crueldad-criación?
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Pocas cosas son más
hermosas que el nacimiento de las flores de un cactus.
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La
aristocracia radical ayuda al recuento de muertos, y centralizar lo económico
en la dinamización de una sociedad. Parece ser que existe un eterno juego entre
la ignorancia, la crueldad, y el espejismo sobre el momento histórico de cada
tiempo, de cada pueblo, y de cada individuo.
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Esta publicación entra
en mi [CONTRA] sin embargo tiene la precisa forma de
un diario. No tomar en serio el “yo” y solicitar la intelección de una
generación futura, o pasada pero de vuelta del futuro. Ironía gravitante. No
hacer creer lo que se dice, sino lo que se piensa. Así que sigo disgregando
sobre/contra un tema aquí todavía oculto. El sentido obligatorio que carga la
palabra género, y cierra un marco. Un poder hipnótico que privilegia a los
opresores. Las democracias o republicas burguesas favorecen la “utilidad
pública” de género moderando
al Estado, humanizándolo. Esta idealización se asemeja a un eterno san Valentín.
Este romanticismo nos perjudica aunque nos dibuje una sonrisa boba a los hombres,
caridad de la conciencia, carencia de un poder individual. Luego, la mueca
platónica. Las masas son un bebé consentido por los publicistas y los
políticos. El sujeto humano, el individuo humano, no existe, sino una psique
socializada con poca crítica. Obviamente se nos ha hurtado la imaginación e
insertado en el modo de sublimación, en el modo de relacionarnos como
individuos con una realidad exterior, el estupefaciente de la cotidianeidad. Cháchara
impalpable de los convencionalismos.
“La fuerza del vampiro reside en que nadie cree en su
existencia.”
VAN HELSING
Alimentarse
contra el cinismo emancipa la emoción política, y aquello que era eximido de un
proceso, primero, tiene miedo, y más tarde, es procesado. Un niño en la edad
del “superyó” comprende, emprende, el síndrome de la valoración externa. Un
anciano con gobierno, creó esa valoración. Más allá del bien y el mal recrear
el fascismo es simbolizarlo, y al hacerlo perpetuarlo. Apropiarse del mito como
tal (decía Benjamin). Como superficie. ¿Es posible construir algo común o
individual sobre esta socialización violenta? ¿Es posible proteger la emoción
política sin falta de crítica? ¿Sin la posibilidad de hendir en los símbolos
simplistas y enigmáticos al tiempo, la rebelión? Alterar la vida cotidiana es
suplantar esa necesidad de rechazo que parece enmascarar a la mayoría de las
personas donde ya no se sabe quién es la especie y quién el individuo. Tan
entretenidas estamos en denunciar la locura del otro. “El
infierno, son los otros”.
Lema de las activistas ociosas que reparten información “subversiva”. Desde
los albores del tiempo siempre ha existido una mayoría opositora, pasiva, fácilmente
manejable, adaptable. Desde el paraíso pasando por cualquier arte la mujer es
exaltada, ya sea como mujerzuela o generosa sanadora, más que nada para ser
sometida al hombre. La conciencia es manipulable, es decir; desplazable. Es
capaz de repetir, hasta cierto punto lo aprendido y al aprender poco o nada por
sí misma, tiene la perpetua necesidad de ser educada. Necesita vislumbrar un
género víctima-victimista y vaciar de sustancia la posibilidad
de alteración. La abstención política, la indiferencia, fomenta la unidad, el
espacio no-mixto, la convención instrumentalista, primero, provoca la
insensibilidad, y al séptimo día resurrección y paseo por las calles de la
ciudad detrás de una pancarta.
”La
imaginación al poder”.
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Volviendo a ese primer
bien asimilado, la conciencia del prójimo, ya sea con el bombardeo de
emoticonos, el encadenamiento a la inercia social, o la substracción de la
emoción política… llegamos a ver que dicho sistema, sin embargo fomenta la
acción pues mide los resultados por la productividad haciendo aparecer la
psicosis, la creación delirante de mundos “propios” añadiendo la impotencia a
participar en él. El anhelo desaparece. El sistema se desboca por la acción. El
hombre ritualiza los tránsitos pues está exiliado de su tradición, como si no
estuviera seguro de la continuidad de las estaciones, ritualiza la necesidad.
Hoy es día de, mañana es el día de, el día de es el día de. Ese mundo del
simulacro empieza desde que el hombre usa la imaginación, como síntesis, como
aprendizaje continuo, rígida rentabilidad mercantil. Y esa imaginación está
enmarcada en una historia social construida a partir de parámetros masculinos y
no femeninos. Así, véase Beauvoir etc, la mujer aspira a convertirse en sujeto
y no encuentra mejor opción que descubrirse [el “otro”] del hombre, segundo s… ¿un cuerpo debe estar expuesto a una
facticidad muda? ¿en espera a un
significado? El hombre, Beauvoir, ese definirse como sujeto contra la
naturaleza, es perderse en la apariencia, un saber técnico que privilegia la
exterioridad. [“El genero
en…” J.Butler: la deconstrucción de la identidad no es la deconstrucción de la
política; más bien instaura como política los términos mismos con los que se
estructura la identidad]
Para
Sartre el cuerpo del otro es una “facticidad” sin conciencia. Y aquí es donde
llegamos a la psicosis y la náusea claro. Más que síntomas, son el resultado de
la incomprensión de la realidad. Pues hay una especie de defecto en nuestro
modo de sublimar, defecto, o afecto extra. La sublimación como renuncia al gozo
individual. Marcuse decía que la razón es el único poder subversivo. Tampoco es
así. Las ficciones y la imaginación, el imaginario social, es fundamental para
la comprensión de la realidad que captamos mediante los sentidos. Esa
comprensión es la que nos hace humanos.
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Las
cárceles están llenas de violencia machista (y no se la considera de
género¿?ni de estado), las escuelas
también, por no hablar del mundo laboral, sin embargo pocas referencias se
observan en los medios de comunicación donde se privilegia el victimismo, y el
rezo para que la autoridad divina intervenga. Esa ceguera, o naturalización del
mal, es evadir la función específica del presente, como base a “hacer historia”, construir futuro. Esa
es la única necesidad social, o más bien… es el futuro quien necesita de
nosotrxs. Por eso mismo admiro esos movimientos de mujeres que se articulan en
estructuras político-organizativas (distantes
de esos grupos de autoconciencia)
ya
no constreñido en mitos. Incluso dejado atrás el mito de los grupos de mujeres,
como sustitutos del mundo doméstico… y en verdad, no soy quién de estar
tratando estos temas. No tengo conocimiento ni experiencia. En mis últimos años padecí ciertas dosis de “acoso-agresión” además de ser acusado de "acosador¿?" sin embargo en todo momento
consciente de que la “locura”, la psicosis, y la violencia
nacida por el instinto de posesión y la falta de autoestima no son exclusivas
de un género. También empiezo a entender eso de “hacer de la vulnerabilidad una herramienta
propia”. Renunciar a mis privilegios
y no mediante una terapia pues no soy víctima y sí, consciente de la
despolitización del poder sobre la sexualidad. Definir como “cultura
de la violación” la
cuestión de violencia sexual es tirar de la cuerda a favor del Estado. “¡Mira,
aquí podrás penetrar a gusto!”. La imagen de la indefensión
más absoluta. Superviviente. Aunque así es realmente en demasiados lugares de
este mundo.
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La era de la
contención, de la rigidez paranoica, cuasi-fálica. Se enfrenta al incremento
sin control de la producción.
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No conformarse con que
las cosas tengan o no sentido; la trama lógica. Sino producir implicaciones.
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Salir
del atolladero de la subjetividad de género, la diferencia como norma, y
aceptar que el género es una relación. Un compromiso del mundo propio con el
exterior. Un mundo externo que se va haciendo cada vez más conservador e
intolerante. Polarizado. Paranoico. En la psicosis el “otro” no negocia, exige, es lo (separado
y separador), roles
que luego el mismo psicótico asume. De algún modo esta psicosis está
socializada. Y ahí están esos elegantes aficionados de la reforma social,
intelectuales hipócritas del compromiso…
La curiosidad sexual
tiende al dominio y la seguridad propia, no cuestiona la institución afectiva.
El ser crece, interioriza representaciones, escucha subordinado la dispersión
de los lenguajes que la “cultura” permite unificar y la competencia…
El
efecto de realidad acomoda sus estatutos, así se va capitalizando el potencial
humano desde la tierna infancia. Así se llama “pobre”
a
quien no satisface las normas del consumo obligatorio. Sin embargo pobres son
quienes carecen de memoria y se sitúan delante de la dialéctica que enmarca el “enigma” del
momento, lo obvio, la expropiación de la experiencia. Estado de sitio.
“El
lugar que ocupa mi cuerpo en el mundo, mi estar aquí,
es el
punto de partida por el que reacciono
en el espacio.”
Alfred Schutz
Sin decir ni
“mu” nos vamos
a alimentar
a los gusanos.
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La pedagogía es una violenta
secuencia en el proceso evolutivo de la psique, y llegando al ideal de la
adaptación se encuentra con la curación. Acalla la voz de los locos que nos
hablan de revolución y política. Su presencia infesta.
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Pero la violencia machista
existe desde que existe la sociedad, desde que el individuo no sabe qué hacer
con la “otredad”, la “diferencia”, desde que no ha sabido
cuidar-se y la competencia, el instinto de reproducción…