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Rafa Villar
(Cee-A Coruña) 1968
Autopoética
La poesía en siete leguas
Primera legua: Poesía después
de Auschwitz
Escribir poesía después de
Auschwitz (Theodor Adorno) es seguir palpando los auschwitzs que vomita la
Historia. Esa poesía de la palpación
es tan necesaria como desnecesarias son la tortura, la guerra y el hambre con
que el balbucear del siglo XXI (capitalismo y barbarie) continúa
obsequiándonos.
Segunda legua
El movimiento pendular del
poema. Su ritmo cíclico entre lo que expresa y lo que esconde.
El lector deberá ser fiel a
esa ley para cautivarlo y para dejarse cautivar.
Solamente el poeta puede
quebrantar el movimiento y suspender, por un instante, el ciclo. Solamente él
se puede agazapar tras la sombra de su lenguaje. Solamente él restañara las
heridas producidas.
Tercera legua: Poesía y
propaganda
No conviene confundir la
poesía con la propaganda.
Ésta invade nuestra vida sin
el permiso de nadie. el capitalismo, con sus gobiernos, sus bancos y sus
ejércitos, busca, a través de la propaganda, la alienación.
La poesía, justamente al
contrario, busca la emancipación.
Cuarta legua: Poesía como
oración
La poesía es la oración de los
débiles. Mi oración, seguro.
Es también la única oración
pronunciada por los que sabemos que Dios sabe que ya no tiene razón de existir-
Quinta legua
La poesía se morirá, sin
posibilidades de resurrección, el día en que empiece a ser usada como
narcótico.
Ese día, en vez de poemas,
escribiremos culpas.
Sexta legua: Poesía y
revolución
Transformar la realidad con la
poesía es, lo queramos o no,
quimérico.
La única manera de lograr
realmente la transformación de ese estado de cosas que llamamos realidad es la
acción revolucionaria.
Desde la sunción de ésta es
desde donde la poesía sí puede (y debe) comenzar a actuar, aunque sólo sea en
labores de retaguardia.
Séptima legua: Ser poeta
Poeta es siempre adjetivo
(gracias, John Berger) y no estamos hablando de una cuestión simplemente
gramatical.
(La poesía: impresiones digitales, 1996)
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