Siempre demoré el inicio de
la escritura tras una larga insignificación
de estilo y metas difusas. Demorada la puesta en fuga tras la auscultación de inciertos
engendros aprehensivos, salas de espejos irregulares y rendijas de futuro
encallando ahí. La escritura entonces entronca con la voz, y lo crucial, ese
mundo fatalmente superior, des-estigmatizado pero desbordado de mitificación,
que perpetúa el monótono nacimiento (como) nación, pasa inadvertido,
blandamente.
Vivo en un extremo de
Europa, aun así, espiral. La universalización, mal colonialista de la historia antropocéntrica occidental. En
entreguerras se occidentalizó Turquía. Pocos años para la “reconstrucción” de
un país. La radicalización del islam operada durante la historia es una de las
cruzadas del capitalismo hasta convertir toda frontera en precaria y gobernada
por la ciencia militar. Mantener el terror. Explotar al otro.
Benditos sean los aullidos
del desierto que ensordezcan a estos ciegos que a bastonazos convierten este
siglo en vil paranoia. Totalitaria distopía.
Hace dieciséis años del fin
de siglo del rodillo. El fascismo puro de la ignorancia, las manos
tecnificadas, el fácil manejo de la “información”. Infestación inmediata del control
y represión a toda desobediencia, represión a la libertad de las personas,
represión a la emancipación. Sin embargo la grandeza de las manos, reside en su
paciencia decía Canetti. Kafka, describió la totalidad e infinito del siglo pasado. La urdimbre de lo oscuro. No
se detiene en el pasadizo-latido de lo extraño por demasiado tiempo. Rastreó la
barbarie de la incomunicación microscópicamente, es decir; al detalle. Debo
retomar su libro de diarios. El verano ardido acaba (A.C.A.B.) y me veo ya
deseoso de rodearme de hojas que me den conversación. Créanlo o no, el ojo
humano realmente está mejor “disposicionado”,
para leer sobre papel y tinta.
Explotar al otro, apropiarse
del otro es el siglo diecinueve, aun caminar significaba para el europeo
colonizar, más precoz fue el estado yanqui. Sacar del llano al indio. Del que
no se salía sino muerto, danzante, acrobáticamente, cuasi-olímpico. Ahora, en
Río, juegos dentro de un campo de concentración. Ahora, na Galiza, fuegos
concatenados militarmente, para cubrir el terrorismo político contra nuestra
tierra.
Las embrutecidas masas por
la explotación de sus posibilidades, compiten consigo mismas dando círculos,
buscando la zanahoria, de la ¿plusvalía? Yo no sabría decir si se trata de un
laberinto o una espiral. Más bien se tratan de trayectos bajo el control del
mismo. La información, la búsqueda, cirbernetizada
se reduce a eso mismo. La esquizofrenia del Otro del pasado siglo, pasa a ser
…o a tener, su
complicidad; el huérfano de la Revolución. Como escribiera R.Magritte a
M.Foucault en una carta: “…lo que es
propio al pensamiento es la semejanza. Es semejante en tanto que ve, entiende o
conoce, se convierte en lo que el mundo le ofrece”. Que el hombre adore su
servidumbre ya lo anunciaba A.Huxley en sus “Proyectos Manhattan” y también
decía: “…nuestros sistemas económicos,
sociales e internacionales de la actualidad se basan, en gran medida, en el
desamor organizado”. Aunque tal vez no tan desorganizado, y este caminar en
círculos que tanto nos caracteriza… tal vez impregnado del judeo-cristianismo
afán de construir un pueblo, propio, caminando hasta llegar al “campo de
fiesta”.
Al suplir conciencia por
articulación, funcionalidad, el progreso de los métodos productivos banaliza
cualquier atisbo de librepensamiento, la psicosis de masas suple el sentido
común hasta hacer ley de lo que H.Arendt descubrió como banalidad del mal.
Cualquier institución actual ha sido creada bajo este ya elemental precepto. Por institución claro está no solo se
presenta el ejército, la justicia… sino también internet, la democracia, el
mercado… la verdad. El egoísmo de la verdad. Voy a citar al no tan complejo
E.Levinas: “Solo lo absolutamente extraño
nos puede instruir”. Pero, ¿por qué debemos ser instruidos?¿por qué no
vamos a ese lugar de donde viene el Otro?. Poco a poco me voy desencantando
(tal vez esa sea la lección) de su hermosa poética y fijación por el Otro. ¿No
sería mejor construir, tentar una reconfiguración desde, “el otro lado”, desde
la insignificación, desde una desaparición
individual, anónima, zona de tránsito más que acto donde el “ser” (se)
contempla. Sin reflexión, sin conciencia, sin culpa. Pues venimos del fárrago
platónico e informe espejo aporístico de_la “experiencia se da en las
(apariencias cambiantes)”. ¿Cómo cambiar esa linealidad de discurso? Tal vez
colocando la experiencia en el centro de los sentimientos y los afectos.
Aunque para ello sea
necesario desplazarse, caminar, y al llegar simplemente desaparecer. Aullido.
Yerba. La inflexión de un hilo. Llama. Más allá de la culpa, de la conciencia,
de la reflexión. [Algunos niegan la
tribulación señalando con la mano el sol, él niega el sol señalando con la mano
la tribulación. 17.1(1920) Kafka, Diarios.]
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Al fin llueve,
discretamente. Ya es posible acostarse en la sombra sin el escozor seco de un
suelo pobre. Sonreír ante la siguiente escena; ella y dos niños de 3 y siete
años, él; fotógrafo trabajando con ellos. En un momento los niños se van hasta
un “monumento” japonés (unos bloques de piedra) y suben unos peldaños, mientras
ella posa. Vestido blanco de transparencias, solera con cresta roja, perlas de
pendiente y el desliz. Los niños subidos a un escalón. Ella grita para que…”agarra al pequeño, qué bajéis, mira la
abuela(ausente)… y vuelvo a la lectura.
Los ensayos ¿diarios? de Orwell;
1940 “Leyendo The Thirties, un lúcido y
deprimente libro de Malcom Muggeridge, me acordé de una perrería bastante cruel
que en una ocasión infringí a una avispa. Estaba chupando mermelada de mi
plato, y la corté por la mitad. Ella no se enteró; se limitó a seguir comiendo
mientras su estómago seccionado manaba un hilillo de mermelada. No se dio
cuenta del hecho horroroso que le había sucedido sino cuando quiso echarse a
volar. Con el hombre moderno ocurre lo mismo. Lo que le han cercenado es el
alma, y durante un tiempo –veinte años quizá– no lo advirtió”. Ahora bien;
lo escribe en el momento en que algo que podríamos llamar civilización, para
resumir, entra en la era cibernética, la estadística, la guerra… y podríamos
tolerar que las personas se observaran desde el punto de vista de lo creado,
las máquinas deseantes. Las máquinas
no son tan inteligentes como para saber si sus errores son inevitables y a la
postre beneficiosos o fatales. Amputar el alma, y traer la prótesis. Aún ahora
empezado el nuevo siglo lúcidos pensadores como Sloterdijk hablan, desde esa
perspectiva, de vivencia inevitable, pesimista, la antropotécnica.
Aunque
anhelando un estatus de ejercitación espiritual. Pero para positivar la
experiencia tal vez sea más útil la fe en el cuerpo que en el espíritu. Olvidar
o al menos dejar atrás pensamientos como los de M. Zambrano, donde los modernos
poetas ven aunar filosofía y poesía, mientras ella, platónicamente ejercía
diametralmente divergente. Dejar atrás a Heidegger y su divergencia (su final
solución, exclusión) entre la ciencia, y la filosofía. Tal vez si dejáramos de
“prostituir” la cultura, esa experiencia viva, podríamos ser más objetivos y ¿cumplir
con nuestra naturaleza?.
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Parece que me encamino al
callejón sin salida de cuestionar algún principio de realidad. Cuando
simplemente quiero cuestionar cosas como el pazo de Meirás, expropiado por la
dinastía del Generalísimo, que solo se podrá
visitar los cuatro últimos días de agosto. La recalificación del terreno
quemado. Dos aviones rusos Beriev apagando incendios aquí, también los carros
de la UME, vehículos desde Madrid con más de 50.000 litros. ¿Cumplir con
nuestra naturaleza? Es demasiado obvio. Y la gente está cansada, y no sabe ni
donde sentarse.
Las
máquinas no son tan inteligentes como para saber si sus errores son inevitables y a
la postre beneficiosos o fatales/fluctuación que nos quieren imponer en ese
“estar a la altura de los tiempos”.
Cuando digo no querer
cuestionar algún principio de realidad no me alejo de la desobediencia como
principio básico para la libertad.
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13/08/2016 00:49
lúa
namentres a terra arde fotografía
de Javier Veleiro
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AQUÍ OS DEJO UN ANTIGUO POEMA
La saciedad del deseo
es el deseo mismo.
La
propiedad, es surco.
La
sabiduría resguarda la generosidad.
*
El
hambre y el espasmo también comparten con el sueño
avivar
la mente
tactar
la matriz
tu ojo
en mi ojo, ese es el sueño
una
mente entre otra mente
exposición,
sensibilidad, diafragma.
*
Dormimos
entre superficies que se frotan hasta hallarnos
tectónicos;
en forma de golpe. Como renglones inacabados
Procurar
un sueño es procurar un libro y pasar páginas
-¿Qué
haces tú aquí?
-He
tomado el fuerte.
-Duérmete
y sáciate.
*
Supongo que demorar el inicio de la escritura es
evitar su entramado, supongo que mi estilo, si lo tuviera, sería ese deseo de
continuidad de los cuerpos, la espiral del a-cercamiento. Sin embargo fuera de
esa escritura sueño con el abrazo de los árboles. Hago notas mentales acerca de
la escritura poética que jamás podría escribir y cuánto menos publicar. Despliego la baba sobre el
conformismo.
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