Os
traigo unas maravillosas hojas de este libro. ___ editorial Kairós
Y
después, unos fragmentos de François Cheng [Vacío y plenitud]
editorial
Siruela
30. Un haiku es mucho más
que
una fotografía
Pero
no creamos que por ser “visualizable” un haiku en nuestra mente el único
sentido que nos sirve para relacionarnos con el mundo es el de la vista. Un
haiku es mucho más que una fotografía. Por ejemplo, en este haiku de Chiyo el
verso doko yara take es
irrepresentable en fotografía:
Hatsu shigure doko yara take no asaborake
CHIYO-NI
Primer chubasco –
Cualquiera sabe dónde está el bambú
al alba
Sí,
de hecho, la invención de la fotografía no ha acabado con el haiku es porque –aunque
ambas respondan a una misma afición del alma japonesa por capturar la realidad
tal como nos fascina- sus posibilidades son diferentes. Nunca podría
representarse en fotografía la ternura que Issa está percibiendo, por ejemplo,
en:
秋風に歩いて逃げる蛍かな
Akikaze ni aruite nigeru hotaru kana
Issa
En
el viento de otoño
una
luciérnaga que huye
a pie
O el
tempo del asombro con que Santôka va escribiendo en:
足音一つ来る子供の足音
Ashioto hitotsu kuru kodomo no ashioto
SANTÔKA
Pasos
de alguien
que
se acerca…
Son
los pasos de un niño
31. El origen del haiku no está en la vista
sino en la piel
Por
extraño que pueda parecernos a los occidentales, el haiku en general es un arte
menos visual que epidérmico. El sentido que nos lleva al haiku es el tacto, no
de las manos, naturalmente, sino de toda nuestra piel. Por eso afirma Kôbo Abe, en La mujer de arena que si el alma existe está en nuestra
piel:
“Se
dice que la altura de una civilización se mide por el grado de limpieza de la
piel. Si la persona tiene un alma esta debe sin duda morar en su piel”.
Hay
poetas de haikus más visuales, como Buson,
porque también son pintores y tienen educada su percepción con cierta
deformación profesional. Pero lo corriente es que un poeta de haiku llegue a
serlo por la capacidad de su piel de sentir el mundo que le rodea. Hay decenas
de verbos japoneses que proceden de una sensación cutánea: Shimu, shimiru, shimikomu, nijimu, majimu. Uno de los términos que
contagia de un modo más poderoso este modo de relacionarse con el mundo es el adverbio
shimijimi to (しみじみ
と):
笠をぬぎしみじみとぬれ
Kasa
o nugi
shimijimi
to nure
Santôka
Literalmente,
kasa o nugi (sin sujeto: “hay alguien que se desprende de su
sombrero de bambú”), shimijimi to nure
(sin sujeto: “hay alguien que está empapado hasta lo más íntimo”). Aunque una
traducción literaria –como se nos exige- nos demandará un sujeto:
Calado hasta el tuétano,
ya
me puedo quitar
el
sombrero de bambú
El “yo”
–manifiesto o presupuesto- en este caso es lo de menos. No importa a quién afecten las cosas, mientras la sensación haya sucedido en el mundo real. La fuerza de este haiku no está en el sujeto, sino en el término que lo vertebera: shimijimi, que comunica la impresión de algo que se ha sentido con una profunda intimidad.
Nuestra traducción de shimijimi aquí, aplicado a la lluvia que está mojando al poeta, puede atender al doble sentido -físico y emocional- de nuestra expresión "Calar hasta el tuétano".
Este haiku es de una belleza rotunda, que no deja margen a nuestros caprichos de belleza. Se nos hace ver a un hombre abandonado al mundo con una sola protección: un sombrero de bambú; y que, incluso esta única protección, se le torna inútil en cierto momento. Más que inútil: cuando lo que lo resguardaba pierde su utilidad, pasa a ser un peso más del caminante. Podría habernos dicho lo mismo con otras palabras:
"Un sombrero ya innecesario / reconozco que no puedo estar más empapado". Hay un sentimiento elegante y profundo -sin victimismos de ningún tipo- de no haber obtenido esta vez la protección de la existencia. Por eso, el poeta puede hacer referencia a sí mismo; porque él no importa. Lo único que importa es la acción que sucede con él.
Como en:
Nuestra traducción de shimijimi aquí, aplicado a la lluvia que está mojando al poeta, puede atender al doble sentido -físico y emocional- de nuestra expresión "Calar hasta el tuétano".
Este haiku es de una belleza rotunda, que no deja margen a nuestros caprichos de belleza. Se nos hace ver a un hombre abandonado al mundo con una sola protección: un sombrero de bambú; y que, incluso esta única protección, se le torna inútil en cierto momento. Más que inútil: cuando lo que lo resguardaba pierde su utilidad, pasa a ser un peso más del caminante. Podría habernos dicho lo mismo con otras palabras:
"Un sombrero ya innecesario / reconozco que no puedo estar más empapado". Hay un sentimiento elegante y profundo -sin victimismos de ningún tipo- de no haber obtenido esta vez la protección de la existencia. Por eso, el poeta puede hacer referencia a sí mismo; porque él no importa. Lo único que importa es la acción que sucede con él.
Como en:
Shimijimi
ikasarete iru koto ga hokorobi nû toki
Santôka
Profundamente
emocionado
por
seguir vivo,
es
hora de remendar mis ropas
François Cheng
[Vacío y plenitud]
editorial Siruela
1.
Pincel-tinta
Todas las teorías
sobre la pintura china parten de la noción papel-tinta.
Específicamente, la noción concierne a la pintura con tinta (shuimohua), en la
cual la tinta negra, con sus infinitos matices, es por sí sola recurso
suficiente para que el pintor encarne con ella todas las variaciones de color
que ofrece la naturaleza. La tinta está asociada al pincel porque, aislada, no
es más que materia virtual a la que sólo el pincel puede dar vida. Su íntima
unión suele, por lo demás, simbolizarse con la unión sexual. Sin embargo, hay
entre ambos un reparto del trabajo. Tal como lo formuló, después de muchos
otros, Han Zhuo, de los Song: “El pincel para generar sustancia y forma, la
tinta para fijar colores y luz”. Dada la riqueza de contenido que cada uno
encierra, estudiaremos pincel y tinta por separado, Y empezaremos por el
pincel.
El pincel designa a la vez el
instrumento y la pincelada que traza…
[ …
]
Todos los grandes
pintores han insistido en el hecho de que, antes de pintar, hay que saberse “de
memoria” la naturaleza. Citemos las observaciones más conocidas al respecto:
Su Dongpo.
Antes
de pintar un bambú hace falta que el bambú crezca en el interior de uno mismo.
Entonces, el pincel en la mano, la mirada concentrada, la visión aparece de
pronto ante los ojos. ¡Atrapémosla cuanto antes con nuestras pinceladas, porque
pueden desaparecer tan súbita como la liebre ante los pasos del cazador!
Wang Yu.
¡Del
alma misma del pintor brotan los montes y las cuevas!
Shen Zongqian.
El
universo está hecho de alientos vitales y la pintura se plasma mediante el
pincel-tinta. La pintura logra su excelencia sólo cuando los alientos que emanan del pincel-tinta se armonizan para
fundirse con los del universo. Surge entonces una vía coherente a través del
desorden aparente de los fenómenos. Es preciso, por ende, que la idea de todas
las cosas ya esté acabada en el corazón del artista, para que la ejecución del
cuadro, que realiza espontáneamente lo diluido-concentrado, lo claro-oscuro, lo
suave-fuerte, lo virtual-manifestado, esté animada por la corriente vital que
habita el universo. Ése es el precio de la calidad superior del cuadro.
La pincelada, cuya
realidad acabamos de precisar, sólo funciona plenamente gracias al vacío. Deben
animarla los alientos y el ritmo, pero ante todo el vacío debe precederla, pro…
[ …
]
Zhang Daqian, Poetics of Su Dongpo, |
Wang Yu |
shen zongQian |
Hace
unos días, ccasualmente, escuché un recital de Rodrigo Rodríguez tocando el
shakuhachi. No puedo traeros aquella escucha pero sí el enlace a una
reproducción….( crane´s nest ).
Esta
antigua canción, explicaba el intérprete, versaba sobre el vuelo de una grúa,
al todavía carecer de experiencia, otra ave le empujaba a volar.
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